lunes, 4 de febrero de 2013

Díaz Rangel: De cómo se aplazaron los otros intentos de insurgencia militar

Veintiún años han transcurrido desde aquel 4 de febrero de la insurgencia de un grupo de oficiales comandados por el teniente coronel Hugo Chávez. Ese día, como se ha visto después, se partió en dos la historia contemporánea de Venezuela. A pesar de la derrota militar, el "Por ahora…" marcó a los venezolanos y desde entonces hay un antes y un después.
Han sido trascendentales los cambios ocurridos en el país, en todos los órdenes; en lo político, lo institucional, lo social y cultural, lo económico, en fin, no existe área de la vida de los venezolanos que no haya cambiado, que no se hubiese transformado, a veces, radicalmente.

Como son los casos de los avances sociales, de la inclusión de millones de pobres, y de nuestra política exterior. Imposible compararlas con las de ninguna época después de conquistada la independencia luego de la batalla de Carabobo. Hoy, no sólo Venezuela es otro país, sino la sociedad y la gente toda, aunque muchos no terminen de percibirlo. Para algunos no es nada fácil. Se comprende.

Ahora bien, si el 5 de julio es una fecha que estaba bastante prevista por los congresantes de entonces para aprobar el acta de declaración de la independencia, y así debe ocurrir con muchas otras fechas en Venezuela y en el mundo, no es el caso del 4 de febrero que hoy se celebra. Pudo ser otro día. Veamos cómo me lo contó Hugo Chávez cuando trabajábamos para el libro Todo Chávez, de Sabaneta al socialismo del siglo XXI.

El plan de acción estaba listo desde octubre de 1991; el movimiento iba a estallar en diciembre, pero fue aplazado ("El 24 de diciembre yo me fui de permiso a Barinas, decidimos que tampoco sería el 17"). Cuando Arias Cárdenas fue designado para ir a Israel a comprar cohetes misilísticos, Chávez habló con él. ("¿Cómo te vas a ir si estamos planificando todo para cualquier momento, puede ser el 17 o el 26") El 26 se reúnen en La Pedrera, hacen balance y resuelven que sea "en los primeros días de enero".

Bandera Roja, considerado un grupo infiltrado, participaba en el movimiento y tenía el control de algunos capitanes, presionaba y perturbaba. Chávez debe venirse de urgencia a una reunión aquí en Caracas, pero no llega a tiempo y les pide que se reúnan el 28 por la noche ("En Los Próceres un oficial me dijo que no, esa reunión ya se hizo y aprobaron un manifiesto"). Discutieron, se separaron. Eran evidentes las divergencias políticas con ese grupo.

Finalmente, del mismo Ministerio de la Defensa les vino la fecha ("teníamos que ir a El Pao -comienzos de febrero- a unos entrenamientos, me designan coordinador de la operación"). Cuatro de los comandantes comprometidos acaban de ser designados comandantes de batallones: Arias Cárdenas, el Monagas de artillería misilística en Maracaibo; Urdaneta, el García de Sena; Acosta Chirinos, el Chirinos; Ortiz Acosta, el Cazadores Genaro Vásquez y, finalmente, el ciclo se cierra el 28 de agosto de 1991, cuando le asignan a Chávez, que ya estaba bajo sospecha, el batallón Briceño*.

El presidente Carlos Andrés Pérez llegaba el 3 de febrero de Davos, y es cuando fijan la medianoche de ese lunes 3 para iniciar los movimientos. Y, en efecto, esa noche comenzó a moverse la historia, lo hizo lentamente en autobuses desde Maracay hasta Caracas. Ni Chávez ni los otros comandantes sabían que a esa hora la insurgencia estaba delatada en Caracas y por eso quedaron incomunicados. Así se selló la derrota militar, pero comenzaron a echarse las bases para la victoria política.

FUENTE: Eleazar Díaz Rangel - http://www.ultimasnoticias.com.ve

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