Después me dejaría caer por el Paso de la Línea, sacaría tembladores de la vieja piscina natural y le robaría el primer beso a la primera nube bajo la complicidad de un moriche mudo, donde grabé dos corazones y dos “E”. Por la nochecita, me iría al Ritz a bailar calipso y a mirar la cintura y los ojos de una morena que jugaba voleibol.
Nostalgias apartes, el panorama político de Anzoátegui dio una verdadera vuelta canela. Como diría nuestro filósofo favorito, el incomparable Yogi Berra: “el futuro (allí) ya no es lo que era antes”.
En las elecciones parlamentarias de 2010, los socialistas sacamos un solo diputado, gracias a la lista. Me tocó ser ese sobreviviente.
En la Asamblea Nacional aguanté todo tipo de bromas. Me bautizaron “el náufrago”, “el sobreviviente”, Robinson Crusoe, el Llanero Solitario sin Toro y otras vainas por el estilo. Nada indicaba que las cosas fueran a cambiar en el corto plazo.
Pero cambiaron. Y lo que ayer era, ya no es. Luego de la debacle electoral bolivariana de 2010, la Mesa de la Unidad escogió su candidato a la gobernación y eligió o consensó sus postulados a las 21 alcaldías de Anzoátegui.
El horizonte les sonreía. Los números parlamentarios de septiembre también. Y las encuestas, ni se diga. Pero se atravesó el 7 de octubre, con Chávez enfermo pero agigantado en campaña.
Recién salía de insufribles sesiones de quimioterapia y los publicistas de Henrique Capriles explotaron el eslogan de que, mientras Radonski andaba de pueblo en pueblo, “el otro candidato” se la pasaba de cama en cama.
En esas condiciones, con un cierre de campaña épico que desbordó siete avenidas de Caracas bajo un torrencial aguacero, superó por 12 puntos a su “atlético” adversario.
La onda expansiva de la victoria llegó hasta el Neverí, cruzó la Mesa de Guanipa y acarició la ribera norte del Orinoco. Nos enchapaban dos hándicap: un Chávez operado que no vendría a levantarle la mano a nadie y un candidato al que calificaron de inmigrante, forastero, jurungo, musiú y otras perlas del chovinismo endógeno.
No confrontaron su programa, ni su discurso, su brillante trayectoria de constituyente, legislador, educador y luchador social. Por ahí se les coló y se les sobró. Cuando se dieron cuenta y despertaron, ya “al negro” lo estaban proclamando en la Junta Electoral de Barcelona. Aristóbulo Istúriz sólo alcanzó a balbucear: ¿Qué pasó?
Yogi Berra tenía razón: “El futuro ya no es lo que era antes”. Sólo que no se esperaba que cambiara tan rápido y en forma tan drástica y dramática.
Vienen saltos de talanquera. Reacomodos. Arrimes. Las derrotas traen consecuencias. Las victorias, efectos. En Oriente no solemos utilizar la refinada expresión: “Vuelta de carnero”. Mucho camisón lingüístico para Petra.
Menos lo haremos ahora, cuando la política en el estado Anzoátegui acaba de dar una espectacular vuelta canela.
FUENTE: Earle Herrera - http://eltiempo.com.ve |