Hace 46 años, el 21 de junio de 1966, el periodista y líder político trujillano Fabricio Ojeda apareció ahorcado en los calabozos del Servicio de Información de las Fuerzas Armadas (Sifa), en el Palacio Blanco, en Caracas, dos días después de su detención, en La Guaira, por los cuerpos de seguridad del gobierno de Raúl Leoni (Acción Democrática).
Funcionarios del gobierno adeco dijeron que el dirigente político se había suicidado, pero, tal y como lo reseña Raúl Zurita Daza en su libro Víctimas de la democracia representativa en Venezuela, hasta la fecha, nadie lo cree.
Fabricio Ojeda, quien nació en Boconó el 6 de febrero de 1929, participó activamente en la política nacional de su tiempo. En 1958 fue presidente de la Junta Patriótica que terminó con la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y pronunció un discurso público histórico, llamando a la calma ciudadana, cuando el dictador huyó del país, el 23 de enero de aquel año. “Este no es el momento de la venganza”, dijo.
Cuando meses más tarde se realizaron elecciones generales y Rómulo Betancourt resultó electo presidente, Ojeda alcanzó el cargo de diputado por el Distrito Federal por el partido Unión Republicana Democrática (URD). Betancourt, junto a la cúpula de AD y Copei, habían ya firmado el pacto de Punto Fijo, que dejaron de lado al Partido Comunista, primer promotor de la caída perezjimenista, y comenzó entonces la repartición de cargos en el gobierno de Betancourt y el comienzo de los 40 años de puntofijismo en Venezuela.
Así las cosas, URD se retira del gobierno en 1962 y se inician, como se cita en el portal filosofía.org, las guerrillas organizadas de la Venezuela del siglo XX; guerrillas que serían perseguidas a sangre y fuego por los gobiernos de la democracia representativa.
Ojeda, periodista de La Calle, El Heraldo y El Nacional, renunció a su puesto en el Congreso Nacional y se unió a la guerrilla ese mismo año. Fue miembro fundador de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), de las que fue Comandante.
En su carta de renuncia, escribió:
“Ahora a mí, solo me queda, como decía un insigne pensador latinoamericano [José Martí], “cambiar la comodidad por la miasma fétida del campamento, y los goces suavísimos de la familia por los azares de la guerra, y el calor del hogar por el frío del bosque y el cieno del pantano, y la vida muelle y segura por la vida nómada y perseguida y hambrienta y llagada y enferma y desnuda”.
Es por ello, colegas Diputados, que vengo ante ustedes a expresar la decisión de dejar el Parlamento –este recinto que pisé por voluntad del glorioso pueblo caraqueño, hoy oprimido y humillado–, para subir a las montañas e incorporarme a los compañeros que ya han iniciado el combate y con ellos continuar la lucha revolucionaria para la liberación de Venezuela, para el bienestar futuro del pueblo, para la redención de los humildes.
(…) Ya el grupo que gobierna ha demostrado hasta la saciedad que sólo conoce el método de la violencia, el camino de la ilegalidad. Frente a su soberbia, no cabe otra actitud para aceptar al reto y disponerse a combatirlo con sus mismos métodos, para que los venezolanos puedan, libres del Gobierno de Betancourt, libres de sus odios e intrigas, de su corrupción e incapacidad, de su politiquería y pequeñez moral, de su sectarismo y maldad, darnos un gobierno verdaderamente nacional, respetuoso de la ley democrática, fiel servidor del pueblo y leal a la independencia y soberanía nacionales”.
Ojeda se dedicaría intensamente a las luchas en la guerrilla, y sería reconocido más allá de las fronteras nacionales. Incluso Ernesto Che Guevara, lo nombraría en uno de sus escritos, como lo afirma en la biografía de Ojeda el portal filosofía.org
«En el marco de esa lucha de alcance continental, las que actualmente se sostienen en forma activa son sólo episodios, pero ya han dado los mártires que figurarán en la historia americana como entregando su cuota de sangre necesaria en esta última etapa de la lucha por la libertad plena del hombre. Allí figurarán los nombres del Comandante Turcios Lima, del cura Camilo Torres, del Comandante Fabricio Ojeda, de los Comandantes Lobatón y Luis de la Puente Uceda, figuras principalísimas en los movimientos revolucionarios de Guatemala, Colombia, Venezuela y Perú.» escribió el Che.
Ojeda fue detenido en octubre de 1962 y trasladado a la cárcel de Trujillo, donde un Consejo de Guerra lo sentenció a 18 años de prisión por rebelión militar. Se fugó junto a otro grupo de presos políticos.
Apenas cuatro años más tarde, cuando el gobierno de Betancourt había cedido el testigo al de Raúl Leoni, Ojeda fue apresado en el Litoral Central. Esta vez no logró escapar y el 21 de junio, luego de un par de días de torturas, murió en Caracas, a metros del Palacio de Miraflores. Las autoridades gubernamentales catalogaron la causa como suicidio.
Su ahorcamiento jamás ha sido considerado por la opinión pública como “muerte autoinflingida”. Fabricio Ojeda se convirtió entonces en bandera de las luchas de los movimientos sociales que sufrieron persecución política en la etapa democrática bipartidista de acción Democrática y Copei, que persiguió, desapareció y asesinó a miles de venezolanos durante 40 años.
Durante el gobierno del presidente, Hugo Chávez, la figura de Fabricio Ojeda ha sido reivindicada desde el Estado, con homenajes, la publicación de sus escritos y la mención constante a su trabajo revolucionario y al valor con el cual defendió sus ideas.
Hoy, 46 años después de su desaparición física, su pensamiento y obra están al alcance del pueblo, que pone su nombre a comunas, consejos comunales, comités de tierra y más, como recompensa póstuma a este personaje revolucionario del siglo XX venezolano.
FUENTE: http://www.correodelorinoco.gob.ve



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