El martes, Dubosqui Quevedo acudió a reclamar el cuerpo de su hija de sólo días de nacida en la medicatura forense de Maracay. La niña, fallecida en el Hospital Central de esa ciudad el 4 de febrero en la madrugada, era su segunda hija muerta en 24 horas.
Su esposa, Yasenia Hernández, dio a luz trillizos; hoy sólo sobrevive el varón, que se encuentra recluido en el Servicio de Neonatología. Las bebés murieron, según consta en el acta de defunción, por problemas respiratorios, presuntamente derivados de una infección bacteriana adquirida en el centro asistencial.
Los tres niños pesaron 1,55 kilos al nacer, a pesar de que fue un embarazo controlado.
Se trata de los primeros hijos del matrimonio, que acudió al centro hospitalario porque no podía costear un parto múltiple en una clínica privada.
Quintero dijo que nunca pudo ver a sus hijas porque, junto al varón, las mantuvieron en una incubadora. Tampoco el personal médico les notificó de su condición de salud; eran otros empleados del hospital quienes eran enviados a decirle: "Los niños están bien".
Sin embargo, el matrimonio enterró a la primera niña el sábado, a causa de problemas respiratorios que nunca les detallaron. Estaban en el sepelio cuando los llamaron para notificarles la muerte de la segunda bebé. El acta de defunción contiene también irregularidades. "Aparece la doctora Fanny Calzadilla como el médico que atendió a Yasenia, pero nosotros en ningún momento la conocimos", aseguró Quevedo.
Hacinamiento
Aunque en el centro de salud han emprendido jornadas de limpieza profunda, la proliferación de bacterias podría ir más allá de la higiene. María José Castro, miembro de la Sociedad Venezolana de Pediatría y Puericultura, dice que las infecciones señaladas como la causa de muerte de 11 recién nacidos la semana pasada entre ellos las hijas de los Quevedo, son atribuibles a problemas de hacinamiento: "Es muy difícil evitar la proliferación de bacterias en espacios reducidos y utilizados al triple de su capacidad".
Esta semana fueron divulgadas imágenes de seis neonatos que compartían la incubadora diseñada para uno. La Unidad de Terapia Intensiva Neonatal del Hospital Central de Maracay es única en la región, por lo que registra una alta demanda que merma la calidad de los servicios que presta, de acuerdo con la especialista.
Lisbeth Aurenty, de la Comisión de Infecciones Hospitalarias de la Sociedad Venezolana de Infectología, explica que las bacterias son adquiridas entre 48 y 72 horas después del ingreso al hospital o clínica, aunque pueden manifestarse hasta 7 días después del egreso. Las más frecuentes son Klebsiella Pneumoniae, Pseudomona aeroginus, enterococos, estafilococos y E. Coli. Una vez que se contrae la infección, es necesario practicar un cultivo para identificar la bacteria adquirida. Esos exámenes se efectúan actualmente en muestras tomadas de los fallecidos.
Aunque el deficiente mantenimiento de áreas hospitalarias puede propiciar la reproducción de bacterias, como la pseudomona, que se cultiva en sitios húmedos, también suele presentarse por el uso prolongado y no aséptico de un catéter, una vía intravenosa o una incubadora.
Todas esas situaciones están relacionadas con hacinamiento hospitalario, señala María José Castro: "Las terapias intensivas neonatales tienen pocos cupos, que suelen estar llenos. Cuando recibimos a una parturienta hay que tener eso en cuenta; si no hay cupos, es necesario referir, porque al aceptarla, se propicia el hacinamiento de recién nacidos".
Otras causas. Nancy Villalobos, defensora del pueblo en el estado Aragua, indicó ayer que aunque no se pueden adelantar las causas de los fallecimientos, los primeros informes emitidos por el personal médico del hospital señalan que se trataba de recién nacidos con cuadros de bajo de peso, prematuros, cuyas madres no tuvieron el debido control en el embarazo.
El presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría, Armando Arias, insiste en que se han descuidado las medidas sanitarias en los hospitales a causa del hacinamiento. "Los niños prematuros ciertamente son más propensos a infecciones respiratorias, pues sus pulmones aún no han madurado. Un bebé de sólo un kilo de peso podría morir en cualquier hospital del mundo, pero en uno venezolano tendría aún más posibilidades: nuestras terapias intensivas neonatales son pocas y no tienen suficientes camas e incubadoras. Además, los estudios bacteriológicos, que deberían ser permanentes para controlar los riesgos que esto supone, no tienen la rigurosidad necesaria".
Al hablar de hacinamiento, Castro y Arias no sólo se refieren a las deficiencias de infraestructura. También denuncian que el personal y los insumos no son suficientes: "Una enfermera debería tener a su cargo, como máximo, cuatro bebés, pero puede atender el doble de eso, sin jabón y sin alcohol para desinfectarse las manos entre cada caso", indica Arias.
Castro dice que en el posgrado de Neonatología del hospital Pérez Carreño, coordinado por ella, este año sólo se inscribieron cuatro aspirantes y quedaron tres vacantes: "En esas condiciones de trabajo y sin sueldos que motiven, es comprensible la situación".
FUENTE: Laudelyn Sequera, Maracay / Lilia Malavé - http://www.el-nacional.com
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