miércoles, 25 de mayo de 2022

Juan D. Villa Romero: Habla la honestidad (+Opinión)

Por: Juan D. Villa Romero - Quiero iniciar este artículo haciendo mención a un valor importante reconocido por muchos y practicado por pocos.

Valor moral positivo vinculado a la verdad y a la transparencia, opuesto a las cloacas de la mentira, la falsedad y la corrupción. Se trata nada más y nada menos que de la honestidad.

El ser honesto es gozar de una actitud integra, acorde con la verdad en nuestras relaciones con los demás, incluyendo nuestra familia, amigos, compañeros de estudio o de trabajo, vecinos y todas las personas con las cuales nos relacionamos de una u otra forma. No solo es un valor que debemos ejercer, sino también es un valor que debemos exigir a los demás y sobretodo exigirlo a quienes ostentan cargos emanados de la soberanía popular.

Es la base para otros valores que se desprenden, como por ejemplo, ser leal, actuar razonablemente, ser justo. El ser honesto supone no tener contradicciones entre lo que se piensa, se sienta y se haga. Desde este punto de vista, es el valor positivo que se contrapone al valor negativo de la hipocresía.

Una de las cualidades que más buscamos y exigimos de las personas es la honestidad, pues es indispensable para que las relaciones humanas se desenvuelvan en un ambiente de confianza y armonía. Garantiza respaldo, seguridad y credibilidad en las personas, más aún en el ejercicio de la función pública. Es uno de los valores de mayor importancia en un individuo porque además de hacerlo una persona confiable, lo vuelve saludable y vive armónicamente con su propio entorno y con el de los demás.

No debemos olvidar que los valores deben primero vivirse personalmente, antes de exigir que los demás cumplan con nuestras expectativas. La persona que es honesta puede reconocerse, entre otras cosas por: Ser siempre sincero en su comportamiento, palabras y afectos; cumplir con sus compromisos y obligaciones, reconocer sus limitaciones o imposibilidad de hacer o cumplir con algo cuando en realidad así sea; aceptar sus defectos y errores, esforzarse por superarlos; evitar la murmuración y la crítica destructiva que afectan negativamente a los demás; y actuar con prudencia ante situaciones difíciles.

Cuando alguien miente o engaña, su espíritu entra en conflicto, la paz interior desaparece y esto es algo que los demás perciben porque es difícil de ocultar. Las personas deshonestas se pueden reconocer fácilmente porque engañan a los otros para conseguir de manera abusiva un beneficio. Es muy probable que alguien logre engañar las primeras veces, pero al ser descubierto será evitado por los demás o tratado con precaución y desconfianza.

En la vida no faltan los obstáculos para la honestidad. Uno de los mayores es la impunidad que permite que se puedan violar las leyes y traicionar los compromisos sin que ocurra nada. También el éxito pasajero de los «vivos» y los mentirosos, que hacen parecer ingenuas a las personas honradas y responsables, pues trabajamos más y conseguimos bases sólidas gradualmente, mientras que aquellas que viven haciendo trampas se jactan de conseguirlo todo rápido. Y la falta de estímulos y reconocimiento para quienes cumplimos nuestros deberes y defendemos principios y convicciones a pesar de las dificultades que esto pueda acarrear.

Sin embargo, para finalizar debo acotar que “el mundo pertenece a los honestos, justos y valientes”, que tarde o temprano seremos reconocidos por vivir según este valor que implica lealtad a Dios y abono al crecimiento espiritual de nuestra Nación.

Por ello, tanto en nuestra organización política social –Unidad Visión Venezuela– como nuestro secretario general nacional, diputado Omar Ávila, le hablamos con la verdad al país, con “más hechos y menos palabras” y sin temor a las murmuraciones negativas de ese falso reinado llamado corrupción.

Juan Villa Romero es Político. Secretario Juvenil de Unidad Visión Venezuela.

FUENTE: Artículo de Opinión - Twitter e Instagram: @jdiegovillave

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