La madre del pequeño esperaba los restos de su hijo en las afueras de la morgue del hospital Luis Alberto Rojas de Cantaura. Visiblemente afectada relató que el menor estaba a cargo de su papá y vivía con sus dos hermanitos de 6 y 7 años.
La progenitora de 27 años contó que el padre de los tres niños es propietario de un vivero ubicado en la calle Bolívar de la parroquia antes mencionada.
Al parecer, el infante se encontraba en compañía de su papá quien recogía abono para ser empaquetado y vendido al público. Mientras estaba en esa tarea, cerca del pequeño estaba una lata de refresco abierta y en el interior estaba una Escolopendra, una especie de ciempiés gigante de enormes ganchos en las patas.
Presuntamente el niño intentó beber del envase cuando fue atacado en cuestión de segundos por el agresivo insecto.
Inmediatamente fue trasladado al ambulatorio rural de la parroquia donde recibió los primeros auxilios por parte del médico del pueblo. Básicamente, aplicación de suero vía endovenosa para ayudar a la eliminación de la toxina o veneno del animal, del cual se pensó inicialmente que era un tipo de alacrán.
Los familiares mataron al espécimen y lo llevaron también con la esperanza de que eso ayudaría en el suministro del tratamiento. Pero la condición del infante empeoró muy rápidamente y tuvo que ser trasladado al hospital Luis Alberto Rojas de Cantaura donde falleció a los pocos minutos de su ingreso.
Accidente inédito
Tanto la familia del pequeño (de los cuales se omiten nombres, de acuerdo con lo establecido en el artículo 65 de la Lopnna) como el personal del ambulatorio de San Joaquín y del hospital chamariapero quedaron impactados por el terrible desenlace. Nadie nunca se había imaginado, ni en sus peores pesadillas, que ese bicho tan raro, hubiera resultado mortal.
En el sitio, el equipo de El Tiempo logró tomarle una foto al insecto. Estaba partido en tres partes, pues el padre con el desespero, intentó varias veces darle muerte al animal, que tiene un caparazón duro.
Esta gráfica permitió a dos especialistas de la Escuela de Ciencias de la Salud de la Universidad de Oriente (UDO), núcleo de Anzoátegui, corroborar ayer al final de la tarde que se trataba de una Escolopendra (su nombre científico es Scolopendra gigantea), un tipo de ciempiés gigante.
Tanto el doctor Leonardo De Sousa como el doctor Stefano Bónoli, ambos investigadores del Centro de Investigaciones Tecnológicas de Oriente (Cito) y quienes llevan tres décadas estudiando y publicando trabajos científicos sobre venenos de escorpiones, avispas, hormigas, culebras y otros animales, dentro y fuera del país, aseguraron que nunca antes se había reportado la muerte de una persona por Escolopendra en Venezuela.
De Sousa y Bónoli revisaron varias publicaciones sobre el tema y coincidieron en que es un “caso inédito”. “Se sabe que las Escolopendra tienen veneno, pero no que podía ser tan tóxico”, dijo De Sousa.
Agregó que el hecho de que haya ocurrido este fallecimiento obliga a la comunidad médica a cambiar conceptos sobre el nivel de toxicidad. “Pudiera tratarse de otra especie”, expresó De Sousa, quien es jefe del Grupo de Investigaciones de Toxinología de la UDO-Anzoátegui.
“Hasta a mí me parece increíble. Es común que una serpiente o un alacrán puedan contener un potente veneno, pero en el caso de la Escolopendra es demasiado extraño, pues pocas veces hemos tenido evidencia de que el animal causó el accidente (picadura). He recibido reportes de accidentes dolorosos con Escolopendras, con enrojecimiento, pero nunca de muerte reconocida, con la evidencia del animal en el sitio”, comentó De Sousa.
Agregó que estos bichos no son fáciles de observar, pues son huidizos y rápidos. Él mismo ha pasado meses buscando algunos. Refirió que estos ciempiés gigantes prefieren los sitios húmedos y calientes (como la tierra o el abono) y que los ataques a humanos se han ido incrementando en los últimos años.
Se encuentran distribuidos en toda la franja norte del país y la Cordillera de la Costa.
De cuidado
La Escolopendra es un invertebrado que puede medir entre 10 y 30 centímetros. Tiene 21 pares de patas iguales, excepto las dos de atrás en forma de gancho. Pueden ser de color marrón-negruzco, marrón-rojizo o marrón-verdoso. Al igual que todos los ciempiés tienen mandíbulas con glándulas de veneno. Se esconden en los escombros, troncos podridos, bajo las piedras, troncos, basura y tierra. Son agresivos.
FUENTE: María Aguilera / Gienah Díaz - http://eltiempo.com.ve |