lunes, 3 de junio de 2013

En zona norte de Anzoátegui sobran muertos pero, escasean tumbas

Durante años, miles de cadáveres han sido enterrados en los cementerios de la zona norte del estado Anzoátegui. Algunos de los terrenos que varían en extensión y que se encuentran abarrotados, están llenos de maleza y en total abandono por parte de las autoridades municipales.
Este es el caso de los camposantos ubicados en Guanta y Puerto La Cruz, donde ya no hay espacio para cavar una fosa más. En ambos lugares se observan tumbas con grandes lápidas de granito y mármol, otras con techo y las hay hasta con banquitos a los lados. También existen unas más humildes, frisadas sólo con una capa rústica de cemento.

La necrópolis de Guanta, ubicada en la avenida Igor Rodríguez, fue construida hace más de 100 años. En este espacio hay cerca de cuatro mil cuerpos sepultados, cifra que alarma a la población y obligó a las autoridades a declararlo inhabilitado.

En el cementerio de Puerto La Cruz, adyacente al sector El Paraíso, la situación es similar. Está totalmente copado. Vecinos aseguran que la inseguridad reina en el lugar y las tumbas son profanadas por “los santeros”.

Las condiciones del ubicado en Pozuelos Arriba, en el municipio Sotillo, no son muy diferentes. Fue ampliado por última vez en 1999, y pese a ello el terreno se ha quedado pequeño por la gran cantidad de cadáveres que hay enterrados allí.

Zona rural

En la calle Principal del sector Mayorquín I de Barcelona, en un lote de tierra de 500 metros que colinda con la orilla de una quebrada, se encuentra el camposanto de esta comunidad. Al menos 200 metros están ocupados por los nichos, pero aún queda disponible un área enmontada para que los dolientes puedan dar sepultura a sus seres queridos.

Aristóteles Otero es el celador del cementerio. Él es quien se encarga de limpiarlo, vigilarlo y cavar las fosas cuando es necesario.

Y en Barcelona, hace 150 años, 10 hectáreas de terreno se convirtieron en el Cementerio Municipal Parque Jardines, ubicado en la Avenida Pedro María Freites.
Un poquito más “bonito”

Allí es donde reposan miles de cuerpos, incluidos los que yacían en la antigua necrópolis de la calle Páez, donde se encuentra actualmente la Galería de Arte Armando Reverón.

En comparación con los otros, y aunque no es común decir que un camposanto es “bonito”, en este las camineras, áreas verdes y los alrededores se tornan agradables para los deudos que van a colocar flores en las tumbas.

Aunque el Parque Jardines de Barcelona marca diferencia por el buen estado de sus instalaciones, también tiene algo en común con los demás, y es que su capacidad se quedó pequeña ante la demanda.

Charlis Morillo, administrador del lugar, asegura que este terreno está a punto de colapsar. Al parecer, el área aún “disponible” pertenece a particulares que adquirieron las parcelas con anterioridad.

“Algunos ciudadanos están preparados y tienen asegurado el sitio donde descansarán en paz. Si llega a fallecer otra persona, se le buscará espacio en los cementerios de la localidad”, dijo Morillo.

La cremación

Los residentes de la zona norte del estado tienen una nueva opción en el Cementerio Parque Metropolitano (Cemeparca), ubicado en la entrada de Barcelona, donde hay lotes disponibles.

En este camposanto las tumbas no tienen grandes construcciones, pues están a nivel del suelo. Ofrecen el servicio de cremación, que todavía no es el más común en este estado.

En cualquiera de los casos, en vida es que se debe considerar el lugar más adecuado para descansar eternamente, pues en los cementerios de la zona norte sobran muertos, pero escasean las tumbas.

Posible solución
En lo que va de año, según datos aportados por Profamilia Oriente C.A., han prestado 80 servicios en la zona norte del estado, de los cuales 47 servicios; lo que repre- senta un 58,75%, han solicitado parcela privada, 32 (38,75%) parcela municipal y uno solo el servicio de cremación (1,25%). Para evitar que se ocupen por completo los cementerios, la cremación es una opción. Además representa un gasto menor al de la inhumación, solo que las personas, por tema cultural o creencias, se limitan a emplearla, a pesar de que el Vaticano la aprueba. En Venezuela se usa desde finales de los años 70.

FUENTE: Jeannine Castillo - http://eltiempo.com.ve

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