jueves, 7 de marzo de 2013

La cola en la Academia Militar es la de un pueblo que se hizo Chávez

Hallar el final de la cola era imposible este jueves, casi como pretender encontrar una aguja en un pajar. Una serpentina humana, ataviada de rojo o tricolor, de blanco algunas veces, zigzagueaba desde el paseo Los Ilustres hasta el Terminal de La Bandera, bajaba nuevamente a Los Ilustres y allí ya, en la segunda vuelta, se vigorizaban los ánimos, nunca decaídos, por la cercanía, cada vez mayor, al lugar donde reposa el presidente Hugo Chávez.
En moto, a pie, en forma de marea humana descendiendo desde el metro La Bandera, subiendo desde la autopista por el puente Longaray, cientos de miles de venezolanos se movilizaron desde múltiples zonas de Caracas y el interior del país para decir adiós, de viva voz y sentimiento, al líder de la Revolución Bolivariana, cuyos restos se encuentran en capilla ardiente desde ayer y hasta mañana.

A las 6 de la mañana descendió Carmen Moreno del segundo autobús que tomó en la noche para venir desde Cumaná hasta Puerto La Cruz y desde allí finalmente a Caracas. Una empanada y un jugo después, empezó a bajar a pie el tramo que conecta el terminal de pasajeros de La Bandera con el paseo Los Próceres. Sus 59 años están bien llevados también en condiciones físicas, tanto que no le hizo falta compañía para aguantar una fila que, en promedio, dura unas 8 horas.

"Ese es el hombre de la Patria de nosotros, el que realmente luchó por este país, nos dejó un legado de dignidad, de valores, ojalá que copiemos eso. Nuestro compromiso es seguir la lucha que él lideró, seguir trabajando porque haya igualdad, equidad, felicidad en igual medida para todos, para que nuestros hijos y nuestros nietos disfruten de esos mismos valores en los que hemos vivido los venezolanos durante los últimos años, los años de Chávez", expresó con el coraje calmado con el que muchos se mantuvieron incólumes en la cola.

La tristeza este jueves 7 de marzo se vivió atemperada. Menos lágrimas, más sonrisas, más compromiso y fortaleza para el futuro se respiraba en el paseo que antecede al Fuerte Tiuna. Y es que no podía ser de otra forma, ojos frescos, bien abiertos, piernas ágiles e inagotable energía eran necesarios para no decaer ante el ritmo de una fila que, al avanzar, ameritaba trote. Trotando, incluso, no dejaban de escucharse las consignas: "¡Chávez no murió, se multiplicó!".

La multitud -tal como lo hizo ayer al agolparse en forma de cadena humana antes de que el carro fúnebre saliera del Hospital Militar Carlos Arvelo – asumió el rol de garante del orden. Quien aspirara a "colearse" recibía el yugo del pueblo fiscalizador: abuelos, jóvenes, trabajadores, todos indicaban al unísono "la cola es para allá".

Se avanzó un poco bajo el mismo sol de ayer. Vendedores de agua, café, papelón con limón, cachapas y bollitos de maíz amainaban el hambre de los que no tuvieron tiempo ni ánimo para preparar la logística. Otros encontraron entre los vendedores algún último detalle que ofrendarle al comandante Chávez, una vez que lograran acceder a la capilla ardiente apostada en el hall de la Academia Militar.

Como las rosas rojas y las azucenas lila que llevaba Jennys Olivares, de 21 años, en las manos. "Se las compré aquí, en la cola, para despedirme, porque para mí es importante esto, la despedida, ayer estuve en la marcha desde el Hospital y hoy volví porque para nosotros, que somos jóvenes, el Presidente es un ejemplo de lucha constante. Él nos dejó como lección que no hay que rendirnos, no hay que tenerle miedo a nada y lo que tenemos es energía", dijo Jennys, no sin agregar que volvería mañana.

Ya en la fuente cercana a los monolitos se armaba una cola contigua para que los miles de abuelos y abuelas pudieran acceder de manera más expedita al recinto. "¿Ustedes son de prensa?, esperamos que digan la verdad, la verdad de este pueblo que está aquí para despedir al comandante, porque esto es puro amor", increpó una abuela al ver la cámara fotográfica. Minutos antes – relató – le había encomendado lo mismo a un corresponsal de la prensa española "porque los tenemos pillados, algunos vienen a decir lo que no es, y aquí está la verdad, millones de personas que amamos a nuestro presidente".

Paralelamente, en la cola general, una delegación de trabajadores de Corpoelec – empresa eléctrica socialista – representaba a la fuerza obrera. "Desde Monagas vinimos nosotros que somos ex tercerizados, pues el año pasado pasamos a la nómina fija de Corpoelec gracias y exclusivamente a nuestro comandante revolucionario, que tuvo la suficiente sapiencia como para que se hiciera justicia con nosotros como trabajadores", recordó Jesús Romero entre los gritos y aplausos de sus compañeros de labores.

El duelo no es exclusivo de los venezolanos de nacimiento. A Patrick O' Brian, estudiante canadiense de Ciencias Políticas –quien desarrolla una investigación en el estado Apure – el dolor por el fallecimiento del presidente Chávez lo hizo tomar un autobús desde la entidad llanera para despedirse en persona.

"Estaba estudiando el proceso político en Venezuela y me llegó la noticia. No podía dejar de estar aquí, porque el presidente Hugo Chávez es un modelo a seguir, especialmente para nosotros en los países del norte. Me vine con gente de la Ciudad Comunal Simón Bolívar, en Apure, y desde anoche estamos aquí para darle una última despedida a este héroe internacional", explicó en un perfecto español, no exento del acento norteamericano que lo delataba como forastero, junto a la intensa blancura de su piel y el cabello rubio.

Una hora después de andar a pie la cola que superaba los 7 kilómetros de extensión, la entrada a la Academia Militar estaba al frente. Quienes habían llegado a las 3:00 de la madrugada eran los más cercanos a los detectores de seguridad que pondrían fin a la larga espera.

Nixza Maldonado salió de su casa en Charallave en la plena penumbra de las 2 de la madrugada para llegar una hora después a Fuerte Tiuna. "Todo este esfuerzo está más que justificado, si ese hombre nos dio demasiadas cosas, ¿cómo no darle nosotros lo que sea de nuestro tiempo para despedirnos? Él nos hizo recuperar nuestra identidad, como venezolanos, como latinoamericanos, y eso es inmenso, infinito".

La madrugada – contó – se vivió tranquila, serena, aunque no hubo espacio para el silencio. "Le cantamos, rezamos, gritamos las consignas de siempre y ha sido muy lindo porque todos nos hemos ayudado, nos pasamos agua, caramelos, el que trajo comida comparte, y así hemos pasado el tiempo".

Un aplauso total interceptó el testimonio. Todos los presentes ovacionaron a la delegación de médicos cubanos, participantes de la Misión Barrio Adentro, que en fila india entraban a despedirse del artífice del programa de salud que colocó los dispensarios dentro de los barrios, al alcance de los más pobres.

Repetir la acción, entrar con el deseo escindido entre el trabajo periodístico y el afecto, no fue posible. Funcionarios de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana fueron tajantes en la negativa. Ni por la entrada principal, ni por la área protocolar se pudo ingresar a la capilla ardiente.

Tocó confiar en la descripción de los ojos que sí lo vieron, que lo despidieron desde cerca. Como los de Luz González, representante de la etnia wayuú, quien encontró al presidente "bello; parece dormido, relajado, descansando, y un poco es así, para nosotros sigue vivo, se nos fue a dormir".

Un verso se quedó en el tintero, Presidente, uno de despedida, o un deseo de buena suerte en el viaje. De Benedetti, uno de los "indispensables", como una vez usted lo llamó. Si la cola infinita no se pone de acuerdo con la finitud del tiempo, y sólo le alcanza para atender a su pueblo madrugador, que quede por escrito: "Donde estés / si es que estás / si estás llegando / Aprovecha por fin / a respirar tranquilo / a llenarte de cielo los pulmones".

Aquí, el pueblo lo tiene claro, lo refleja en las consignas que se cuelan por la entrada de la Academia Militar: "¡Chávez vive, la lucha sigue!".





FUENTE: Marianny Sánchez - AVN 

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