La última vez que Jorge Ramos vio arreglada la plaza Santiago Mariño de Puerto La Cruz fue en el año 2005, cuando colocaron losas en dos de las cinco caminerías que tiene el lugar.
“Con el primer chaparrón de agua que cayó se resbalaron todos los que pasaron por la plaza, y un mes después, las losas comenzaron a levantarse”, cuenta el mecánico, quien vive en el sector porteño Barrio Mariño desde hace 40 años.
Recuerda que sus hijos aprendieron a manejar bicicletas en ese lugar y lamenta que sus nietos deban ir al Paseo de la Cruz y El Mar para hacer lo mismo teniendo una plaza tan cerca.
El solía sentarse a leer el periódico en los bancos de la Santiago Mariño, pero dejó de ir porque los puestos amanecen ocupados con los antisociales que al parecer termina agotados después de una noche de atracos y hurtos.
“La plaza es un chiquero. Parece un terreno baldío en medio de la nada”, dijo. Del lugar han desaparecido los bancos, las cercas protectoras de las gramas y hasta los faroles que alumbraban a quienes agarraban el fresco en las noches.
Insuficiente
Dos hombres de 65 y 53 años se encargan de la limpieza de la plaza y diariamente son vistos pedir hasta bolsas negras a los vecinos porque no cuentan con los implementos necesarios para el aseo.
La vecina Raiza Mago es una de las que colabora con los obreros que a veces no tienen otra opción que sentarse a esperar que pasen las horas para retornar a sus hogares por la falta insumos.
Los árboles son pintados anualmente por los habitantes de la comunidad vecina. Ellos compran las pinturas y se reúnen un día para darle color a los troncos.
“Aquí no hay quién le haga mantenimiento a la plaza y como dicen por allí, los gobiernos pasan y el hambre queda”, asegura.
Miembros del consejo comunal de Barrio Mariño han llevado proyectos a la alcaldía porteña para el arreglo de la plaza, pero al parecer no se los han aprobado.
FUENTE: Giovanna Pellicani / El Mío - http://eltiempo.com.ve
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