domingo, 18 de noviembre de 2012

Entrevista a Arnaldo Jiménez, autor de “El silencio del mar y otros cuentos de misterio”

-¿Cómo fue el proceso creacional de “El silencio del mar y otros cuentos de misterios?
Se dio como se han dado otros libros, por rapto y por intuiciones. Cuando yo escribo no pienso en un cuento sino en un libro. El ruido y El entierro fueron mis dos primeros cuentos de misterio, los produje intentando escribir y que esa escritura fuese al mismo tiempo una cámara fílmica.
Quería seguirles el rastro a los personajes, verlos de cerca, seguir el curso de los acontecimientos sin saber a ciencia cierta hacia dónde iban ellos. Sabía que mi tema principal era el ruido, un ruido que no tiene procedencia precisa, sabía que el ambiente era el llano, lo demás vino solo, se fue tejiendo por sí mismo, el final le deja abierta la imaginación al lector para que sea él quien complete el cuento. Lo mandé al concurso nacional de la UNELLEZ y ganó el premio único, me emocioné con un comentario publicado por el escritor Antonio Mariño acerca de ese cuento donde decía que estos hermanos sentían un verdadero horror, un temor más vivido que los hermanos de “Casa tomada” de Julio Cortázar, entonces agarré confianza y proseguí escribiendo cuentos de misterios, en el transcurso del tiempo surgieron algunos cuentos que los tuve que dejar a un lado para trabajarlos mejor posteriormente. Este libro tiene una selección de los cuentos que yo considero que poseen cierta decencia para ser leídos por otras personas que no sean mis hijas, mi pareja o mis amigos. Los temas me asaltaban en cualquier parte y a cualquier hora. La mayoría fueron pensados en las sillas de los Bancos en fechas de cobro, otros en mi escuela y otros en las busetas. Hay un elemento externo que yo tomo en cuenta, las películas del género, debo buscar temas y personajes que ellos no hayan explotado o no lo hayan sabido hacer, por eso traté de fusionar la intriga con el misterio, con el suspenso, creando personajes que estén más dentro del autor que fuera, o más dentro del lector que al fin y al cabo será quien le dé la fisonomía final, pero en muchos cuentos me esmero por mantener la atmósfera de misterio y que el personaje, causa del miedo intrigante, no aparezca o se devele lentamente. En el cuento El túnel, también jugué con mi frustrada vocación de director de película, y creo que es el primer cuento donde los personajes de misterio sienten miedo... En este cuento la pregunta pertinente es, ¿quién observa, quién habla?

En muchos cuentos, lo sé y creo que es un defecto, hay un lenguaje bastante poético o metafórico, eso es intencional, pues generalmente este género ha sido escrito con un lenguaje más directo. Pero también hay muchos cuentos que son directos, como el cuento cuyo título le da nombre al libro.

-En la recopilación se encuentra un cuento titulado El silencio del mar, ¿por qué escoger este en particular para identificar el libro?

Hay varias razones, primero, ese cuento tiene como personajes a mi papá y la chalana que él le tenía como regalo a mi hermana, una pequeña lancha a la que él le colocó el mismo nombre de mi hermana, Magaly. Sólo después de escribirlo me di cuenta que también el cuento tenía una lectura sobre el abandono de mi padre, de alguna manera, él para mí es un misterio e inconscientemente lo envié de nuevo al sitio donde pertenece, el misterio como desaparición. Segunda razón, la oración: El silencio del mar, alude a la imposibilidad de nombrar al misterio, el núcleo de todo enigma es una telilla donde el lenguaje fracasa, choca y no puedes transformarlo en algo conocido. El mar puede tener cualquier cualidad menos la de ser silencioso, si esto llegase a ocurrir el terror haría su aparición. Siempre he vivido cerca del mar, y para mí ni siquiera el nombre “mar” puede dar cuenta de lo que él es, apenas si puede condensar parte de su belleza. Y la última razón es que la oración -El silencio del mar-, se escucha bien estéticamente hablando.

-Acerca de su estilo como escritor ¿qué podrías decirnos?

Podría decirte algo muy parecido a lo que Cabrujas decía en torno a la identidad del venezolano, él decía que la identidad del venezolano era que no tenía identidad. Mi estilo como escritor consiste en no tener estilo, o en intentar no tenerlo. Ya en “El silencio del mar…” se puede apreciar, a mi juicio, al menos dos estilos claramente definidos y que rocé en la respuesta anterior, el directo y el poético, que no deja de ser directo pero dibuja más, marca más las imágenes, no puedo decir que las marca mejor, sino que las resalta y ofrece más confusión o más claridad, esto depende también del lector. Pero pienso que un escritor debe ir contra sí mismo, cultivar la ruptura de estilo a conciencia, y hacerse parte así de la fragmentación postmoderna, ya no en la escritura sino también en la personalidad. Entiéndase que esta fragmentación posee un hilo que vincula las partes, la narrativa como modelo donde se inserta la vida o la ficción, es lo mismo. Quizás si tú leyeras mis cuentos infantiles o los que he tomado de la oralidad de la costa carabobeña y falconiana, no creerías que se trate del mismo autor. Esta última palabra debe ser revisada, “autor” es un personaje creado por la modernidad, pretende tener el don de dios en la escritura, en el sentido de crear a partir del vacío, era casi inhumano. La época moderna también privilegiaba, hasta Freud, a la conciencia como un fenómeno individual, pero en nuestra época la conciencia es una estructura psíquica que funciona por encartamientos sucesivos, es colectiva, por tanto detrás o dentro de un cuento se encuentran una serie de personajes extraliterarios que de alguna u otra manera le han dado vida a ese texto o lo han hecho posible así no se encuentren explícitos en el mismo, por lo tanto lo mismo ocurre con el autor, no es un autor son varios los que escriben en un cuerpo y desde un cuerpo. El autor de este tiempo se sumerge en los bajos fondos y es quizás más humano, demasiado humano. Te cito esta frase de un libro de Nietzsche, porque si bien “autor” es una palabra peligrosa, “humano” lo es más. Te decía entonces que siempre ando en búsqueda de desdibujarme, de no reconocerme. Para ello utilizo los géneros literarios, he escrito por ejemplo varios textos de microficciones, Avisos y clasificados, cuentos de misterio cortos, varias tipologías o objetuarios, entre ellas la tipología de los clavos, de los duendes, las burbujas, pipas, un breve tratado sobre las linternas, y las resurrecciones. He escrito cartas y aforismos, me siento muy cómodo haciéndolo. Ahora, he intentado incursionar en la novela y no me he encontrado cómodo con ella, desde hace mucho tiempo, la novela constituye para mí un reto por alcanzar. Dentro de los mismos géneros trato de ir en contra hasta de mis preferencias, en un cuento por ejemplo, saludo a la academia, pero también me despido de ella en otros. Escribo cuentos largos pero también de una línea, cuentos cuya estructura sigue la línea de Poe, y otros que siguen la de Chéjov; en esas líneas difusas me muevo o me gusta moverme, se trata en el fondo de mantener viva la conciencia y abierto los ojos. Nada mejor para ello que cultivar la incertidumbre.

-¿Qué ser se encuentra detrás de ese género narrativo reflejado en su obra?

Supongo que no lo sé. Si yo escribo es por qué mi identidad no es rígida, no está consolidada, no se puede creer que un ser humano es aquello que él hace, esos papeles sociales, los junguianos lo llaman “personas”, aludiendo a las máscaras sociales que usamos y nos esconden de nosotros mismos. Te puedo decir que no se encuentra un niño miedoso, mi infancia fue muy solar, sin miedos nocturnos, plena de juegos callejeros. La escritura es sobre todo, para mí, una manera de seguir jugando, por ello, si hay alguien detrás de los cuentos, es un adulto que juega, y entonces se cree asesino y mata, se cree perverso y tortura, sabe que los personajes de terror lo habitan a él y busca darle salidas. En el caso de otros cuentos, pues ama y padece, se ilusiona y fracasa, habita un mundo maravilloso y terrible. Un niño, al fin y al cabo, que procura convocar a la escritura a aquellos seres que él no pudo ser, un cineasta, un fotógrafo…

-Hay un par de historias ya acreedoras de reconocimiento a nivel nacional dentro de la recopilación de cuentos “El silencio del mar…”, como los son El ruido y Volver, ¿podría hablarnos un poco sobre estas obras?

Sobre “El ruido”, ya te adelanté algo en una respuesta anterior. Fue uno de mis primeros cuentos de misterio. El llano tiene muchos personajes, leyendas de seres a quienes les han caído maldiciones, seres condenados por sus malos comportamientos.., casi todos caben en los moldes humanos; mi cuento trató de salirse de ese molde y para ello coloqué a una familia citadina desacostumbrada a los ruidos del llano, dentro de estos ruidos la cotidianidad señala por supuesto los que hacen los animales, los que modula el viento entre algunas matas que parecen silbar, pero precisamente es en lo cotidiano, en lo esperado, en lo obvio donde surge lo inesperado, lo extraño. “El ruido” forma parte de las especulaciones de los personajes que en cierta manera les ahorran parte del trabajo a los lectores, y empiezan junto con éstos a descartar las posibles causas de ese ruido poco común. La fantasmagoría queda desnuda, se le quita la personalidad, lo antropomórfico y en su lugar, quedan las imágenes del lector y el ruido que se pierde en el espacio sin identidad, lo cual puede ser bien horroroso. El otro cuento, ”Volver”, es una pieza más corta, armada con paciencia para dejar por el camino falsas pistas, una de mi técnicas favoritas y más empleada. De tal manera que el lector comienza a irse por los sitios que esas señales le indican y al final lo traen hacia otra certeza que le sorprende. Hay un juego de rompecabezas que se establece entre el lector y el autor. Ese cuento tiene como falsa pista principal, el lenguaje empleado, una mezcla de lenguaje técnico médico-forense y lenguaje poético, la narración describe el volver a la vida de una persona, intenté, muchos amigos me han dicho que sí está logrado, encubrir al personaje hasta el último minuto de lectura cuando el lector descubre que se trata de un personaje súper conocido por él.

-¿Tú posición religiosa se puede ver reflejada en el cuento “La resurrección”? Después de todo, escribes acerca de una versión sobre los temores de Jesús, conocido por la cultura cristiana como nuestro Salvador e hijo de Dios. Cuéntanos un poco sobre eso.

-No creo que se pueda reflejar toda mi posición religiosa, sólo una parte. Hay un aspecto a considerar en los cuentos y sobre todo en los escritores. Desde mi punto de vista, la pasión por escribir y sostener una historia va más allá de consideraciones morales. Si en una historia debe morir un niño, pues debe morir, no se puede tener compasión o complacencia por aquello que uno supone puede pensar el lector tomando en cuenta que él forma parte de una moral colectiva que el escritor también conoce y comparte. El cuento trasciende eso, y lo trasciende porque lo transgrede. En el caso del cuento que tú comentas, no sólo están presentes los temores de Jesús sino también los de Satán, pues algo se jugaba con la crucifixión, algo más allá de ellos dos que, al fin de cuentas encarnan los símbolos del bien y el mal, y eso que se jugaba allí era la posibilidad de que el mal reinara sólo, sin ningún contrapeso, pues el Cristo se llevaba la máxima bondad consigo. El temor es de Satán, al exterminarse el bien se extingue el mal, ambos se pertenecen, ambos se determinan, por tanto, en esta versión Satán rompe con su propia naturaleza y posibilita la resurrección de Jesús evitando así su propia muerte. Jesús no siente tanto temor como tensión de no volver a la vida, lucha por no sentir que su cuerpo se devuelve a la realidad. Entiendo que tiene varias lecturas, pues esa misma relación dialéctica la vivimos en todos los ámbitos de lo cultural y de lo social, no sólo en lo religioso. ¿Puede existir la guerra, por ejemplo, sin que el criminal que tenemos por dentro se aproveche de ella para surgir y realizarse? Los símbolos del bien y del mal han existido en todas las religiones del mundo, la cristiana es una más, Satán y Jesús tienen miles de nombres anteriores a ellos mismos, cada cultura, cada época, concibe a sus símbolos como eternos y como únicos.


-Con respecto a lo que muchos piensan acerca de escribir historias de misterio, varias personas con las que he cruzado palabras dicen: “no es para tanto, todo el mundo tiene esa capacidad”, ¿qué opinas? ¿Cómo defenderías tu posición como escritor?

Pienso que esas personas tienen y no tienen razón. Escribir es un compromiso con el lenguaje, si ellas tienen un tal compromiso, pues se les haría fácil. Escribir es insistir en dominar un arte, dedicarle horas y horas de trabajo, si esas personas lo hacen, entonces sí se les haría fácil escribir. Escribir cuentos, no sólo de misterio, cuentos en general, es contribuir a mantener viva la conciencia de los lectores, en un universo social que procura el adormecimiento, si ellos saben cómo lograrlo, pues bienvenidos. Te digo que ellos tienen razón, además, porque el misterio forma parte de nosotros, y el sólo hecho de estar vivos no coloca en pleno en la médula de lo misterioso, en el núcleo de la ficción, la vida, el cuerpo. Tengo muchos años impartiendo talleres de narrativa y de poesía, a nivel de la escuela básica sobre todo, aunque también los he impartido a nivel universitario, en las comunidades y en los liceos, y puedo decirte que en los niños aquella afirmación de las personas con las que tú cruzaste palabras se hace más verdad que en otras edades; hay en ellos un don para el cuento, una astucia para trazar el poema perfecto, que asombra.

-El balance y la narración de cada una de las historias deja fácil a la imaginación del lector la creación de cada escena, ¿Cuál fue o es tu inspiración para escribir este tipo de historias? ¿Existe algún recuerdo que lo guiara a escribir historias como estas?

No existe una inspiración, existe una búsqueda, que es quizás una noción contraria a la inspiración. La búsqueda forma parte de la creación del cuento, se busca en la realidad, en las personas, en los libros, en la historia familiar, local…, es un procedimiento muy parecido a la investigación. Los cuentos están vivos fuera de los libros, yo los veo en cada persona que conozco, en mis amigos, en mis afectos, cruzan grandes distancias, se transforman, sufren mutaciones. El Génesis y el apocalipsis son cuentos muy, pero muy viejos, anterior al cristianismo, y han recorrido a toda la humanidad y en cada cultura visten ropajes y nombres diferentes, pero siempre apuntan a la misma trama, al mismo deseo, al mismo anhelo, al mismo enigma. Yo considero que soy un cazador de cuentos, no me guía ningún recuerdo, alguna maldad vivida en la infancia, algún acontecimiento inexplicable; pero eso no descarta que no los haya vivido. Mi vida ha pasado de puerto en puerto, y en los puertos lo maravilloso es un asunto cotidiano. Mi abuela hablaba con las ánimas, a cualquier hora, las invocaba viendo la pared frente a la cocina. Un tío mío llamado Humberto bendice las casas, inventa oraciones, camina “acompañado” siempre. Otra búsqueda es la que tiene que ver con el estilo, para romper con estilos anteriores entonces me propongo cultivar el cuento de misterio y me preparo para ello.

-Además de este género también te inclinas por la poesía, ¿qué lo inspira? ¿Podría hablarnos acerca de sus obras poéticas?

Antes de hablarte de mis poemarios publicados, quisiera aclararte algo. La poesía no es para mí un género literario, concebirla así es castrarla, ahorcarla en el vientre. Yo la concibo como un caballo sobre el cual se montan todos los géneros literarios y todas las artes, la poesía puede con todos ellos, mientras más se monten en ella más liviana es la carga y más derecho va hacia su destino, la consustanciación con lo real. Lo más parecido a la vida es la poesía, el mundo no puede no ser poético, primero es poético y luego político o lo que tú quieras. Ninguna de las partes de lo real es más importante que otra, se calzan y se determinan mutuamente en un proceso de creación y destrucción constante; pero la poesía no es una parte, es el cuerpo sostén de todas las partes, la sangre que recorre todos los circuitos de ese proceso, es el proceso como totalidad dinámica.

Por otra parte, no creo para nada en la inspiración, es una palabra, más que eso, es una práctica que hace mucho daño, sobre todo a los jóvenes poetas o a los que se inician. La inspiración es una manera fácil de escribir, y lo fácil es sospechoso, hay mucha mentira en la facilidad, mucho engaño. Los lugares comunes, la cursilería y los versos empalagosos se apoderan del cuerpo del poema, que es la emoción, y lo amordazan, lo momifican. El acto de escribir poemas, es un acto de estar contigo mismo con la menor carga de máscaras posibles, un acto honesto, tu escritura por tanto debe ir en esa dirección. Todo tú reunido contigo, la conciencia sin la dispersión de lo cotidiano, la mayor concentración posible, cada palabra pensada, cada poema sentido, debe estar lleno de sangre, de pálpitos, de vida; no se puede dejar a un lado que el poeta lucha, con cada poema, contra la muerte, lo perecedero, lo efímero, y, paradójicamente el poema nace de la muerte de algo, de lo que se vivió y se le quiere ver renacer.

Tengo tres poemarios publicados hasta ahorita: Zumos, Tramos de lluvia y Caballo de escoba, hay un cuarto libro denominado El silencio del agua, que considero mío porque nació de mis clases a un grupo de niños y niñas, quienes fueron alumnos míos en cuarto y quinto grado hace ya unos cuantos años. Son poemas y dibujos de alta calidad. “Zumos” fue mi primer libro, destaca la búsqueda poética en la historia familiar, subraya mi alejamiento del poema fácil y escrito por otras razones que no son auténticas, le deberé siempre esta incursión, porque además fue mi primer libro, al poeta Adhely Rivero, pocas palabras me dijo en el proceso de publicación de ese libro pero fueron cruciales, te cito por ejemplo, “la poesía no envejece, es una mujer, trátala bien, no la traiciones, porque ella también te traicionará y tú eres el que va a perder, no ella”, “no tengas miedo de podar o de eliminar poemas, lo que resulta es mejor”. Además le dio cabida a mis poemas en la revista Poesía y luego me hizo formar parte del comité de redacción de esa revista. Desde entonces continué mi vínculo a la Universidad de Carabobo. Los otros libros giran en torno a mis afectos más íntimos. “Tramos de lluvia” está dedicado a mi mamá y a mi hermana, dos pilares afectivos a quienes quiero muchísimo. En cierto modo continua a “Zumos”, aunque más centrado en mi madre. Ella los vio publicados, los leyó con agrado y orgullo. El último poemario, Caballo de escoba, está dedicado a mis hijas y a la madre de mis hijas. Es un poemario donde aparece la imagen del padre más resaltada que la de la madre, allí están mis miedos, mis temores, mis frustraciones. Allí están los juegos con mis hijas, nuestras infancias, nuestras cosas, un proceso de pérdida y de lucha por no perder. Ya estoy trabajando en otros poemarios que saldan la deuda de mi corazón con mis otros afectos cercanos. Cada poemario se hace posible porque tú acumulas cariños, tienes un amor, hijos, hijas, tienes amigos, amigas, perros, gatos, matas, y ellos están sintetizados en cada palabra así esas palabras no sean sus nombres. Los tres primeros poemarios se pueden encontrar en Internet. Quiero pedirte disculpa por lo largo de esta respuesta, pero pienso que era necesario explicar bien mi posición en relación al tema que la pregunta trata.

-Todo buen autor lleva consigo un poco de otro gran artista, ¿quiénes son aquellos que te impulsan, te inspiran a escribir historias como las que aparecen en “El silencio del mar…?”

Hay lecturas que estimulan, autores que estimulan, que te invitan a crear, hay otros que no lo logran, sin que por ello sean tildados de malos escritores. Los malos escritores no te invitan a leer. De los primeros te puedo nombrar a Adriano González León, Lovecraft, Hoffman, Borges, Cortázar, Poe, algunos más recientes que no recuerdo; ahora, no sólo los cuentistas te pueden sugerir ideas o temas para que nazca otro cuento, también lo pueden hacer los ensayistas, incluso los tratados científicos. Detrás del género del horror, quién puede decir que no se encuentra Freud y el psicoanálisis, por ejemplo.

-Sobre “El silencio del mar…”,¿puedes decirnos cuál de las historias te identifica más como ser humano?

Hay varias historias, La primera parte de “Indagaciones”, ya que allí se toca el asunto de la identidad del ser humano, y ese tiempo que hemos vivido pero que no está grabado en la memoria, y estos son temas que me han incomodado desde hace mucho tiempo. “Una noche en la montaña”, ya que casi en su totalidad es un cuento realmente vivido. También “Especulaciones”, que intenta problematizar la relación del autor con el personaje que es el mismo autor. Y “El silencio de mar”, por las razones que ya respondí en otras preguntas. Quizás cada uno de los cuentos exprese una parte de mí.

¿Qué mensaje intentas transmitir con la publicación de “El silencio del mar y otros cuentos de misterios”?

Pienso que el mensaje principal es una invitación a realizar otras lecturas, y a servir de estímulo a escribir historias parecidas. Que el lector sienta que el misterio es parte de la vida, los nombres que le damos a las cosas funcionan como tapas, adentro se queda lo enigmático, afuera nuestra comodidad. Pretendo incomodar en todo caso.

FUENTE: Lissy de Ponte - Richard Sabogal - Nota de Prensa editorial Negro sobre blanco

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