martes, 22 de mayo de 2012

GAN lleva 150 obras emblemáticas del arte venezolano al papel

Un cuadro doble y fragmentado donde aparecen 76 rostros de pintores venezolanos, en blanco y negro, son las dos página que prosiguen luego de la portada de 150 pinturas antológicas, publicación de la Galería de Arte Nacional (GAN), para llevar al papel las obras de estos artistas plásticos, quienes con sus manos crearon un retrato del pasado, presente y futuro del país.
El contenido del libro está estructurado en tres partes que se inician con un breve recorrido por las artes plásticas en Venezuela, que abarca la época colonial, el periodo independentista, el siglo XX y culmina con las individualidades, como signo representativo de la contemporaneidad. Estas introducción fue escrita por el director de la GAN, Juan Calzadilla.

El texto refleja que en el país la pintura tuvo sus inicios, como en muchas otras naciones del mundo, en la Iglesia y su condición de mecenas, por tanto hacia el siglo XVI el arte "servía más a los fines de inculcación de la fe religiosa que a la voluntad de los artistas", apunta Calzadilla.

A principios del siglo XIX cuando el país comenzaba a izar la bandera de su independencia, los artistas dirigieron sus visiones al despertar de la conciencia nacionalista y así los motivos cívico-militares desplazaron a los religiosos con obras como el 19 de abril de 1810 y el 5 de julio de 1811, creadas por Juan Lovera, a quien Calzadilla bautiza como "fundador de la pintura histórica" y antecesor de la obra de Martín Tovar y Tovar.

Sin embargo, tres son los momentos que para Calzadilla representan las rupturas en las artes plásticas venezolanas y el emprendimiento hacia nuevas formas narrativas. El primero se produce a la entrada del nuevo siglo (1900) y, con éste, la creación de El círculo de Bellas Artes que se planteó "Pintar la naturaleza y no someterse a los viejos preceptos de la enseñanza clásica". Asimismo, esta etapa se caracteriza porque el artista asume el paisaje y las atmósferas que pinta como "un espejo en el cual luces y sombras parecen descubrir; en la obra, un mundo inédito", contextualiza el también poeta y crítico de arte Juan Calzadilla.

De este periodo, destaca las obras de Armando Reverón y Manuel Cabré, pintores con visiones distintas pero que compartieron una misma pasión: la luz y su influencia sobre el matiz que el color impregnaba al lienzo.

La segunda ruptura ocurrió en 1936, luego de la salida del poder de Juan Vicente Gómez a causa de su fallecimiento, y fue de la mano con protestas populares, violencia y brotes libertarios que motivaron a los artistas a plasmar en sus obras temas comprometidos con la realidad social del país. La realidad del campesino, la situación del ciudadano en la urbe y los problemas agrarios fueron tópicos redundantes hasta 1945, fecha en que las artes criollas iniciaron su camino hacia las vanguardias o lo que Calzadilla establece como "Apertura a la contemporaneidad".

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, los artistas venezolanos se alimentaron de propuestas foráneas y creció el interés por descubrir nuevas tendencias aplicadas a la plástica; es así como Jesús Soto y Carlos Cruz-Diez viajaron hasta la capital francesa para enriquecer sus estudios y proponer un nuevo estilo artístico: el cinetismo o la aplicación de técnicas ópticas, basadas en el movimiento del color y su interacción con estructuras materiales, que continúan vigentes gracias a la herencia dejada por ambas manos.

Con esta tendencia, el país ingresa formalmente a las vanguardias y recibe tendencias universales que marcaron los inicios del arte popular, el abstraccionismo, el dibujo libre y hasta las instalaciones que hoy ocupan principales salas de museos nacionales.

De ese modo, Calzadilla introduce al lector, a través de un lenguaje sencillo, en la evolución del arte criollo para, en una segunda parte, acompañarlo en un recorrido visual sobre las 150 obras plásticas que forman parte del patrimonio histórico-cultural del país.

La galería va acompañada de comentarios que facilitan la compresión de temáticas y técnicas empleadas por los artistas para la creación de sus obras. En Muñecas, del caraqueño Federico Brandt, el pintor retrató parte de los espacios interiores de su hogar o en Muchacho campesino, del mirandino Juan Vicente Fabbiani, el artista apuesta por el congelamiento de la imagen como técnica persuasiva; ambos son ejemplos ilustrativos de los datos que el lector irá descubriendo a medida que avance la lectura.

Dada la inmensa cantidad de obras plásticas bajo la custodia de la GAN, varias de las piezas que integran la publicación han sido desmontadas de sus salas, por tanto el libro se constituye en una valiosa oportunidad de verlas; incluso algunas fotografías reseñan el momento en que estuvieron expuestas y cómo el público las contemplaba.

Con la sección Biografías se propone un punto y seguido al lector interesado en conocer la vida del artista, pues en breves caracteres se presenta la vida, pasiones y etapas plásticas de los más de 60 artistas que reseña la publicación.

150 pinturas antológicas fue presentado el pasado 10 de abril en la GAN y es una publicación editada por la institución con el apoyo de la Fundación Museos Nacionales y el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, que puede ser adquirida en la librería del museo.

FUENTE: AVN

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