Entre partituras e instrumentos, todos los músicos del mundo celebran su día cada 22 de noviembre en honor a Santa Cecilia, su patrona.
Ese arte que combina sonidos adopta día a día a muchas personas, atraídas por la diversidad de ritmos y por lo que pueden manifestar a través de ella. Una de ellas es Oswaldo Pajares, director de la Orquesta Filarmónica del estado Anzoátegui.
“Empecé en este mundo a los 9 años. Siempre tuve esta inclinación, me interesaba mucho el lenguaje musical”, expresó desde la comodidad de su oficina en Lechería.
El portocruzano se inició en la orquesta infantil, luego pasó a la juvenil y más tarde entró a la Sinfónica del estado Anzoátegui.
Pajares también quería ser médico. Sin embargo, atraído por la música, pensó que si estudiaba esa carrera tan larga no iba a tener tiempo para seguir su pasión humanística. “Siempre pensé en el hombre universal, quería hacer una carrera universitaria, pero también ser músico y así fue”.
Su interés por la medicina lo llevó a buscar una profesión afín y fue así como obtuvo el título de farmaceútico, una carrera que le permitía seguir en la orquesta. “Hice varias cosas a la vez: mi carrera y la música”.
El violin, la flauta y el piano son los instrumentos que le gustan. Durante sus inicios, el violín fue su compañero. Su dedicación lo llevó a ser el segundo mejor violinista de la orquesta sinfónica.
Hace cinco años dejó de ejercer como farmacéutico para llevar la música a “full máquina”. Creó la Orquesta Filarmónica del estado Anzoátegui y el Ensamble Bohéme, donde la edad no es ningún impedimento para el que desee aprender y dedicarse a la música.
En otras épocas, había temor de que los niños o jóvenes quisieran ser músicos. Sin embargo, entre los padres de Pajares nunca existió ese rechazo cuando escogió las partituras para que formaran parte de su vida.
“Mis padres nunca me dijeron que no, siempre me aconsejaban que tomara la música como una pasión”.
Desde hace un año es el director titular de la orquesta de radio y televisión de Minsk, capital de Bielorrusia.
“Para mí fue una gran sorpresa cuando recibí la llamada para invitarme a dirigir esa orquesta, pues yo había viajado como intérprete, pero nunca pensé que lo hiciera como contratado”.
Cada tres meses, este joven músico viaja a Bielorrusia para quedarse 15 días y dar dos o tres conciertos con la orquesta de Minsk.
“Los rusos son muy románticos, escuchan canciones de amor, pero les llevamos música latinoamericana y hago mucho énfasis en la venezolana. Para ellos fue explosivo, quedaron encantados”.
Contó que fusionan diversos géneros en instrumentos clásicos, creando ritmos contagiosos para un público acostumbrado a los estilos suaves. Ahora pueden escuchar desde un tango o bolero hasta un joropo o tambor.
“En Venezuela hay muy buenos músicos y están creyendo en nosotros”, aseguró Pajares, totalmente convencido.
Dice tener el espíritu lleno de música y aunque esté en la cola de un banco, su pensamiento, sus sentimientos los ocupa esa pasión.
“Siempre tengo música en la cabeza. Así esté haciendo diligencias, siempre expreso lo que me suena en la cabeza. Muevo los dedos o los pies. Me acuesto y me levanto pensando en música”.
Varios proyectos
A pesar de que dirige dos orquestas -una en Venezuela y otra en Bielorrusia- no deja de decirles sí a los proyectos. Los primeros días de diciembre realizará un concierto con la Filarmónica que será el estreno de una pieza grande. Seguidamente realizará “El cascanueces” con la academia Ballet Sol y continuará sus viajes a Bielorrusia para seguir dirigiendo en Minsk.
FUENTE: Maidyn Alcalá Montan - http://eltiempo.com.ve
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