miércoles, 17 de enero de 2018

Habitantes de El Junquito: “Hicieron lo mismo que en Los Verdes”

Ya se habían escuchado 10 explosiones, ya había cesado el intercambio de disparos e incluso las patrullas y motos dejaron de circular a alta velocidad. Lo peor había pasado a la 1:00 pm del 15 de enero en la urbanización Araguaney de El Junquito, Distrito Capital.

Para esa hora, “la orden” de los cuatro cuerpos de seguridad que participaron en el procedimiento que ubicó y “desmanteló la banda terrorista de Óscar Pérez” -según lo denominan voceros del Gobierno venezolano– ya estaba cumplida: siete muertos y cinco detenidos según versión oficial. Óscar Pérez, el expolicía, murió en ese tiroteo de seis horas.

Sin embargo, la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) aprovechó ese ínterin para hacer de las suyas. Vecinos reportaron que al menos cuatro de ellos sufrieron robos y abusos de poder por parte de los militares de este componente. Incluso golpearon a las mascotas de los residentes.

“A una señora le quisieron quitar su celular. Pero ella se dio cuenta y les rogó que no lo hicieran. Uno lo había guardado en el chaleco antibalas y al sacárselo le dijo que sí se iba a llevar la moto”, narró una habitante que prefirió no decir su nombre a Efecto Cocuyo. Era una motocicleta Vstrom a la que le rompieron el candado de seguridad y también la suichera con un destornillador.

Otro de los cuentos de terror que la memoria de la comunidad guarda ahora es cómo en una platabanda, desde donde había visión al chalet de Óscar Pérez, quedó manchado de heces que los funcionarios militares dejaron a su paso.

“Hicieron lo mismo que en Los Verdes. Entrar a las casas apuntándonos con sus fusiles. Revisaban todas las habitaciones. Decían que buscaban a uno que se escapó por la montaña. Incluso, el helicóptero pasó tan cerca de nosotros que podíamos ver a los policías apuntando hacia abajo, como revisando los matorrales”, manifestó un joven que habita en la zona.

No fue hasta las 4:00 de la tarde cuando los cuerpos de seguridad comenzaron a abandonar la zona, según los relatos de los habitantes. Luego, cuando el sol cayó, solo quedaban custodiando la zona la GNB.

“A las 8:00 pm escuchamos otra explosión allá abajo. No sabemos por qué, porque a esa hora ya todo estaba calmado y habían sacado a los cuerpos”, mencionó un hombre, quien reside en el sector desde hace diez años.

El martes 16 de enero, la GNB limitaba el acceso a la urbanización. Motos tenían prohibido el paso y los carros eran revisados si deseaban pasar.

Estar en el campo de batalla
La extensión de terreno en la que se desarrolló esta urbanización es una carretera zigzagueante con empinadas altas y matorrales donde no hay viviendas construidas. Las fachadas de las que resaltan dan pistas del estrato socioeconómico medio al que pertenecen sus dueños.

En la urbanización Araguaney hay 600 propietarios y todos se comunican a través de un grupo de Whatsapp. Los residentes aseguran que más de 100 años tiene la comunidad, la cual se fue expandiendo poco a poco hasta crear un sector llamado El Cujicito. Los más antiguos conocen a la mayoría de los residentes.

La mayoría tiene dos plantas y solo rejas las protegen de la delincuencia, que poco azota a la comunidad. Para ellos, el mayor problema era el acceso en transporte púlblico, el deterioro del asfaltado y las fallas en el servicio de agua potable. A partir del 15 de enero, se convirtieron en los testigos de lo que los activistas de derechos humanos califican como una masacre.

Preguntarle fue activarle las lágrimas. Para Rocío, nombre ficticio por protección de la fuente, contar lo que vivió en las últimas 24 horas era una necesidad que le causaba angustia. Ella es una de las 600 propietarias que habitan en la urbanización Araguaney del kilómetro 16 de El Junquito, Distrito Capital, lugar en el que una batalla armada se vivió durante seis horas el pasado 15 de enero.

Cuando faltaban pocos minutos para las 5:00 am ella escuchó “fuegos artificiales“. Le extrañó por la fecha. Entre el sueño y la conciencia intentó definir mejor lo que escuchaba. No fue posible. “No supe qué era, pero estoy segura de que ya los había escuchado antes, porque yo no me despierto a esa hora usualmente. Es decir que el ruido estaba desde más temprano”, agregó Rocío.

Fue a las 7:00 am que comenzó la preocupación. Un mensaje en redes sociales aseguraba que en la carretera Mamera – El Junquito había un enfrentamiento de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y ella lo leyó, en el momento en el que su papá salió de la vivienda rumbo a su trabajo. “Llamé a la vigilancia para saber si había salido y sí. Ahí me confirmaron que había un operativo”, recordó.

El porqué del enfrentamiento llegó dos horas después. Los videos que Óscar Pérez difundió en su cuenta de Instagram @EquilibrioGV se viralizaron y así fue como Rocío y otros residentes se enteraron de que la PNB se enfrentaba al exfuncionario del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc) buscado por terrorismo desde el 27 de junio cuando atacó a tiros la sede del Tribunal Supremo de Justicia.

Desde la vivienda de Rocío se veía el paso veloz de los vehículos policiales y militares. Es una calle ciega cerrada con una reja, la cual aseguraron para evitar que el ingreso arbitrario de la GNB los perjudicara. Ya sabían lo que estaba pasando a sus vecinos.

Pudo grabar cuando pasaron las dos tanquetas utilizadas para el procedimiento. Una de ellas se quedó trabada y no pudo subir para salir de allí, por lo que tuvo que ser remolcada por la otra.

“Yo ni siquiera sabía quién era él, porque en cosas de políticas no me meto”, dijo otra de las residentes de la urbanización, específicamente del sector El Cujicito donde tras seis horas de tiroteos y detonaciones cuatro cuerpos de seguridad del Estado lograron “neutralizar” a Pérez y a seis de los que lo acompañaban en lo que para ellos era una lucha patriota.

La casa de esta vecina quiso ser utilizada como lugar para apuntar al chalet donde se refugiaba Pérez desde hace un mes. Ella relató que hombres vestidos de negro, presuntamente miembros de la Fuerza de Acciones Especiales (Faes), pidieron ingresar a su vivienda, pero al ver que una pared alta les obstaculizaba la vista hacia el objetivo, salieron del lugar.

Una foto tomada por la agencia EFE muestra a cuatro casas tomadas por los efectivos vestidos de negro, desde las que controlaban los movimientos que ocurrían en el chalet “la última casa de El Cujicito”, como le dicen los habitantes.

“Estuvimos en el campo de batalla de los policías y los de Óscar Pérez. Eso fue horrible. Había explosiones que por la onda expansiva los árboles se movían. Las ventanas temblaban y los tiros no dejaron de cesar entre las 7:00 am y las 11:00 am”, recordó uno de los habitantes, cuya residencia está a menos de 50 metros de distancia.

FUENTE: Con información de VANESSA MORENO LOSADA - http://efectococuyo.com - (PULSE AQUÍ)

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