domingo, 16 de agosto de 2015

Armando Carías: “La tragedia del Orinoco fue un atentado”

Para Armando Carías, la tragedia del Orinoco del 15 de agosto de 1980 fue algo más que un accidente. No duda en afirmar que se trató de un atentado y de una masacre.

Carías, quien para ese momento viajaba en la embarcación como integrante de El Chichón de la UCV, sobrevivió al hecho junto a su esposa Morelba Domínguez.

Este comunicador social considera que ese día, cuando fallecieron los integrantes del grupo Madera que viajaban en una embarcación por el río Orinoco, se cometió un crimen de lesa humanidad: “Esos crímenes no prescriben con el tiempo. Y muchas de las autoridades que estaban en ese momento en ejercicio, están vivas”.

En una entrevista con el Correo del Orinoco insistió en que se cometió un atentado que fue “planificado y ejecutado para amedrentar a una avanzada cultural que iba a un espacio de poder privilegiado por las Nuevas Tribus”.

Denunció que este grupo evangelizador “quitaba y ponía gobernadores en Amazonas, tenía pistas de aterrizaje clandestinas” y se dedicaba “a la extracción de oro, diamantes y manejaba información estratégica sobre las reservas de petróleo en la región, en conexión directa con Estados Unidos”.

EL HUNDIMIENTO

El 14 de agosto de 1980 El Chichón y el grupo Madera desarrollaron diversas actividades culturales en Puerto Ayacucho.

Al día siguiente, ambas agrupaciones emprendieron viaje hacia San Fernando de Atabapo. La travesía sería larga porque duraría unas 14 horas.

A las 7:00 am llegaron a la embarcación que estaba en el puerto de Samariapo. Se trataba de una falca propiedad de la Fundación del Niño con el nombre de Esther. Estaba custodiado por el comando fluvial de Puerto Ayacucho: “Era un barco de mediano calado, con dos niveles. No era una lanchita”.

Entre la tripulación, guardias nacionales y pasajeros sumaban aproximadamente 50 personas. En el segundo nivel se alojaron los integrantes del Madera, lo que se convirtió “en algo nefasto para ellos porque fueron los últimos que se enteraron de la zozobra”.

A las 8:05 am zarparon y a los pocos minutos comenzaron los problemas.

Carías contó que una rampa de acceso nunca fue elevada y el agua penetró al barco: “El Orinoco, en ese lugar donde embarcamos, es muy ancho”.

Inmediatamente, Carías y el resto de las personas que se encontraban en la parte de abajo advirtieron que la compuerta estaba abierta: “La compuerta se convirtió en una pala que recogía el agua. Nosotros alarmados le preguntábamos a los guardias nacionales por qué no subía la compuerta, y nos respondieron que eso era normal”.

Instrumentos musicales y equipajes comenzaron a flotar en la embarcación: “Sorpresivamente los guardias nacionales se lanzan al agua”.

Carías indicó que estos funcionarios “fueron cómplices de un atentado”.

Domínguez interviene en el relato para apuntar que cuando el barco comenzó a inundarse reinó la confusión y el pánico. Los miembros del Madera estaban ajenos a lo que sucedía porque se habían dormido en sus chinchorros, cansados por la presentación de la noche anterior.

“Nunca hubo una voz de salvamento. El barco desapareció a nuestros pies, fue todo muy violento, era un caos”, acotó.

Afortunadamente, unos indígenas pasaban por el lugar en sus curiaras y salvaron a algunos. Morelba indicó que la corriente del río era muy fuerte.

LA MANIPULACIÓN MEDIÁTICA

Carías y Domínguez fueron afortunados y lograron salvarse, rescatados por los indígenas.

Carías comentó que ninguna embarcación salió del puerto para auxiliar a los pasajeros, a pesar que no había transcurrido mucho tiempo desde que zarparon.

Refirió que cuando regresaron al puerto de Samariapo y contaron lo sucedido a las autoridades, estas ordenaron la salida de embarcaciones de rescate hacia el lugar de la tragedia: “Ya no había nadie para rescatar, lo que hicieron fue lanzar salvavidas al río para dar respuesta a la no presencia de salvavidas” en el barco que se había hundido.

“Se riega la noticia como pólvora. Comienzan los medios de comunicación a hacerse eco, comienzan a llegar periodistas y comienza la manipulación mediática, las alianzas de poder. Había que invisibilizar culpas y los medios eran perfectos aliados para eso. Dentro de los medios ciertas figuras my mediáticas, como por ejemplo el para entonces ministro de la Juventud, Charles Brewer Carías, llegó con su gran soberbia y arrogancia a decir que cómo era posible que se hubiesen ahogado si en el Orinoco cualquiera nada. Y como prueba de ello, él se montó en una lancha y se lanzó al Orinoco a nadar. Esa foto salió publicada en un periódico. Ese personaje luego se convirtió en una suerte de cazador de los sobrevivientes porque los que sobrevivimos a la tragedia nos dimos a la tarea de denunciar lo que habíamos visto, pero obviamente éramos seres altamente peligrosos”.

Carías comentó que en la tarde de ese 15 de agosto se trasladó al aeropuerto de Puerto Ayacucho para recibir a su jefe en la UCV, el doctor Elio Gómez Grillo, con la intención de narrarle lo que ocurrió: “Ya comenzábamos a ser señalados como responsables de ese accidente”.

Carías aprovechó para contar a los periodistas que estaban en el aeropuerto su versión de los hechos, pero Brewer Carías ordenó su detención y tuvo que esconderse en el baño de la terminal aérea.

Expresó que en torno a la tragedia se tejió “una maraña de poder para convertir en accidente algo que fue más que eso”.

Cuando Carías y Domínguez regresaron a Caracas una semana después, fueron citados para que declararan a las autoridades.

Dijo que al cabo de un tiempo las víctimas fueron señaladas como negligentes “por haber asumido un viaje para el cual no estábamos preparados, en una embarcación sin las condiciones adecuadas. De víctimas nos convertimos en victimarios”.
JUSTICIA

El comunicador social afirmó “que el modo de entender la cultura y el modo de entender el país ha cambiado radicalmente”.

Aseguró que el atentado “fue una genuina expresión de un país que era exactamente como ese barco que se hundió”.

Explicó que “la Venezuela de 1980 era esa barca que se hundió en el Orinoco, era un país sin protección y que lanzaba la cultura a un río sin ningún tipo de precaución, era un país entregado a las trasnacionales y a los intereses económicos disfrazados de sectas evangelizadoras”.

Subrayó “que hoy la revolución bolivariana está en la responsabilidad histórica de asumir lo mismo que se ha asumido con la masacre de Yumare y de El Amparo, buscar a los responsables porque los crímenes de lesa humanidad no prescriben”.

Según Carías, la responsabilidad recae en el expresidente de la República, Luis Herrera Campins, que ya falleció; el presidente del Consejo Nacional de la Cultura de ese momento que era José Luis Alvarenga, el ministro de la Juventud, Charles Brewer Carías; la primera dama Betty Urdaneta de Herrera quien ejercía la presidencia de la Fundación del Niño, así como el gobernador de Amazonas en ese tiempo y el teniente del comando fluvial de Puerto Ayacucho.

Pidió a las autoridades “que verifiquen si legalmente existen todavía derechos de los sobrevivientes y de los deudos de quienes fallecieron para ejercer acciones legales”.

Apuntó que aún no ha conversado con la Comisión por la Justicia y la Verdad, que preside la fiscal Luisa Ortega Díaz y que se dedica a investigar y sancionar los crímenes, persecuciones y desapariciones entre 1958 y 1998.

Consideró que es necesario que se indemnice a los familiares de las víctimas: “Hay mucha gente que reclamaría con todo derecho que se hiciera justicia. Y la revolución bolivariana tiene la autoridad moral para reivindicar esa justicia deseada y necesaria”.
CERRAR EL CICLO

Armando Carías y MorelbaDomínguez nunca regresaron al puerto de Samariapo, en Amazonas.

Domínguez planteó la posibilidad de hacer el recorrido que se planificó aquel mes de agosto de 1980 y culminar esa gira de El Chichón que se vio truncada por una tragedia: “Sería lindo poder hacerlo aunque nosotros ya no estamos en El Chichón. Hay muchas cosas por hacer”.

FUENTE: Janet Queffelec Padrón - http://www.correodelorinoco.gob.ve

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