En la pequeña pista del Gran Roque los esperaban los encargados de la posada La Gotera, donde se hospedaron durante una semana. Caminaron por el suelo de arena del pueblo y se instalaron en la casa blanca, con terraza y amplios espacios. En las mañanas desayunaban con vista al mar, ante ese paisaje de lanchas de pescadores y gaviotas lanzándose al agua, tan típico del lugar.
Fanático de la pesca, Missoni y sus amigos aprovecharon cada día para poner en práctica este deporte. Cuerpo atlético y de cabello canoso, como se evidencia en las fotos, no le importaba que se le desordenara con el viento.
El italiano se ganó la simpatía de quienes tuvieron trato con él por su generosidad. Para celebrar el viaje se llevó su propia alacena de exquisiteces, comida italiana de la mejor calidad.
Como aperitivo, en las tardes, comía un queso parmesano de los mejores del mundo. Y cada vez que alguien pasaba cerca de él en la posada cortaba una lajita con un pequeño cuchillo y se lo ofrecía con una sonrisa.
Nunca se trasnochó en el bar que queda al lado de la posada, único local abierto hasta después de la medianoche. Pero sí disfrutó de algunos tragos y la comida fresca que le ofrecían, recién sacada del mar. Siempre en compañía de su esposa Maurizia, a quien con frecuencia le tomaba la mano cariñosamente.
El día en que les tocaba regresarse a Italia, el viernes 4 de enero, sus amigos Guido Foresti y Elda Scalvenzi fueron a despedirlos a la pista de Los Roques. Se dijeron adiós y prometieron que se encontrarían pronto en Italia.
Transcurridos cuarenta minutos, se enteraron de lo que había ocurrido. Y desde ese momento, ya no han vuelto a saber más nada. Ni ellos ni nadie.
| FUENTE: Laura Weffer Cifuentes - http://www.ultimasnoticias.com.ve |
