martes, 1 de mayo de 2012

El módulo policial de Barcelona sigue sin estrenar y el hampa está candela

En el año 2008, la Gobernación del estado Anzoátegui construyó un módulo policial en la esquina de la calle 23 de Enero con Luis Pine­da del barrio La Aduana, con el fin de mantener a raya a los delincuentes que tienen en zozobra a los residentes del sector barcelonés.
Ya transcurrieron más de tres años y el puesto policiaco no ha sido estrenado, mientras que el hampa continúa ganando terreno. Los residentes de la comunidad son las primeras víctimas de la inseguridad y tienen miedo de hablar de los malhe­chores, que en su mayoría son jóvenes armados que gozan de mala fama.

Al propietario de una pequeña bodega, Eloy Tousaint, lo han robado dos veces. Una dentro del local y otra en la calle Rómulo Gallegos.

“Ve para abajo, no me veas la cara y dame todo el dinero. Fue lo único que me dijeron antes de quitarme el bolso donde tenía la plata”, dijo el señor Tousaint, quien hace un año recibió un tiro en la pierna derecha, cuando dos bandas rivales se enfrentaron frente a su casa, a pocos metros del módulo carente de policías.

Una mujer que prefirió mantener su nombre en el anonimato, dijo que a los muchachos del barrio los está corrom­piendo la droga.

“Muchos jóvenes con­sumen y venden estupefacientes.Les roban a su familia y a los vecinos para mantener el vicio. Fuimos a Polianzoá­tegui para que dejaran a dos efectivos en el módulo y nos dijeron que tenía­mos que darles las tres comidas diarias y gastos para el café y cigarros. Estamos de manos atadas”, declaró la señora muy disgustada.

Con cuidado

Los choferes que transitan en sus carros por La Aduana deben andar con cuidado para no ser sorprendidos por los huecos que hay en las vías.

El mayor de los cráteres está en la calle 23 de Enero y es tan grande que no hay manera de cruzar sin que se “trague” los cauchos.

“La pesadilla se vuelve realidad con las lluvias, porque apenas cae un agua­cero se inundan las calles y varias de las viviendas. Hay tres bateas que necesi­tan ser reparadas para evitar que nos llenemos de agua”, comentó la señora Carmen Flores.

A oscuras

Como si se tratara de una caverna, así de oscuras lucen las calles de La Aduana ya que la mayoría de los bombillos de los postes no funcionan.

La escena nocturna es ideal para los delincuentes que no pierden oportuni­dad para asaltar a sus víctimas.

“Aquí no se puede estar frente a la casa, ni dejar que tu hijo corra bicicleta en la calle porque llegan los maladros montados en moto, te quitan lo po­quito que tienes y se llevan la biclcleta de tu muchacho”, dijo José Cumana, quien está en busca de otro sector para mudarse y vivir más tranquilo con su familia.

Menos afortunados son los residentes del callejón Las Flores que deben vivir con un charco de aguas negras frente a sus viviendas. La falta de mantenimiento hizo quecolapsara parte de un desagüe, que constantemente se llena de agua de las cloacas.

El mal olor es permanente en las cuadra del callejón y de parte de la calle 23 de Enero, “mientras que en Hidrocaribe se hacen los sordos y no vienen a acomodar este problema”, dijo un vecino molesto.

Peligro

La preocupación llega a la Unidad Educativa Domingo Maza Velásquez en la calle Barrancón, donde un paredón lateral está a punto de caer en el patio del recreo.

“Los alumnos tienen prohibido estar cerca del paredón, pero lo más reco­mendable es sustituirlo para evitar un accidente”, manifestó Jorge Rangel, vecino del sector. De 10 a 12 días, ese es el tiempo que esperan las familias de La Aduana para que pasen los camiones del aseo urbano a recoger los desechos, perío­do suficiente para que las moscas y los gusanos se reproduzcan frente a las viviendas mientras llega el aseo.

Los residentes de la comunidad se asustan con el ruido de las motocicletas, porque creen que pueden ser delin­cuentes en busca de víctimas.

Lo positivo

Servicio

En el barrio La Aduana los vecinos cuentan con los servicios de un módulo de salud que ofrece consul­tas de medicina general, control de embarazadas y niños saludables.

También está un punto odontológi­co, ambos instalados uno al lado de otro en la calle Ruiz Pineda. El suminis­tro de agua mejoró en la comunidad y no dependen de la visita de los camio­nes cisternas para contar con el vital líquido.

FUENTE: Óscar F. Tarazona / El Mío - http://eltiempo.com.ve

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