En una clínica privada de Caracas, una madre y su hija están a punto de pasar por el quirófano para sustituir los implantes franceses PIP, como muchas otras venezolanas que se operaron en las últimas semanas alarmadas por los riesgos sanitarios que pueden acarrear esas prótesis.
"Sientes que tienes que pasar por esto porque no te queda otra", dice llorosa a la AFP, Mari, una diseñadora de 51 años, que regresa al quirófano luego de un lustro porque una de las prótesis de la marca francesa que se implantó entonces se rompió y le provocó una inflamación en un seno.
Afuera, su hija Georgeanna, treinta años menor, aguarda más "tranquila" su turno para someterse a la misma operación, aunque en su caso los implantes están intactos. La suya será la tercera intervención de este tipo en el día en esta clínica, donde antes no superaban ese número en un mes, explica Peter Römer, cirujano plástico que operará a madre e hija.
FUENTE: Globovisión/AFP
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