Mi primer encuentro con Norberto José Olivar es hoy en la cafetería Irama. Nunca lo he visto, así que me costará reconocerlo. Un mesonero se fija en mí porque traigo encima mi carné de periodista, una libreta y un lápiz, y es quien me señala la última mesa de la esquina de enfrente.
Ahí está él, vestido con un pantalón caqui y una franela azul, cerrando un par de libros y despachando a un alumno suyo. Trae sus lentes, los que no usó ni un sólo minuto durante la entrevista, su billetera y dos libros: La flor roja de Garshin y Cadáver Exquisito, su última obra editada por Alfaguara en 2010.
"Te traigo esto", me dice. Él mismo lo abre y en la segunda página escribe: "...a Isabel Cristina, con un abrazo cadavérico del vampiro", y dibuja una calavera con dos huesos clavados en el cráneo. El texto, finalista del Premio Rómulo Gallegos 2011, nos acompañó por la hora y 20 minutos que duró el encuentro.
Escritor disciplinado
Se sienta erguido. No mueve mucho las manos, las mantiene a la altura del pecho, unidas por el cruce de los dedos. No se parece al "temible Norberto" que yo imaginé al ver las fotografías en sus libros. Es, más bien, amable; se nota cuando sonríe y me habla. La información académica y el orden de los libros que ha publicado no los recuerda con precisión, por eso prefiere enviar esos datos por correo electrónico.
No cree en la inspiración para escribir. Jamás se sienta frente al computador cuando "le baja la musa", porque nunca lo ha tocado. Sólo inicia sus textos cuando tiene claro lo que quiere decir y eso siempre sucede luego de que completa sus investigaciones históricas. Esa es su metodología para construir relatos basados en la historia marabina. Que después de sentarse a escribir violente ciertas situaciones es otra cosa, y eso se justifica con la autoficción.
"Se trata de una operación inversa a lo que comúnmente se hace en narrativa. Por lo general, el escritor da veracidad a la ficción, que la mentira parezca verdadera. En mi caso, los hechos reales, la biografía del autor, son construidos como si fueran ficciones, es decir, deben tener apariencia de falsos, pero que sean totalmente creíbles".
Tampoco comienza ningún proyecto de la nada, todos están enlazados con iniciativas anteriores. Sus libros tienen conexiones conscientes porque trabaja las mismas cosas. Eso, según él, hace que los lectores se sientan identificados con las lecturas porque reconocen lugares, situaciones, personajes; por eso no cambia nombres y actúa con sus protagonistas con absoluta libertad.
Así fue como escribió el cuento que le regaló una mención especial en el 66.º Concurso Anual de Cuentos de El Nacional: Historia natural del fracaso. En principio era una novela que llevaba ya dos versiones. Después de tanto pelear con las palabras no lo logró concretar: el texto no se dejó tocar. Quemó la novela, dejó sólo una parte y la envió al periódico. "El título viene de mi experiencia. Son dos fracasos consecutivos en el intento de escribir una novela, por eso se llama así".
Su versión de ciudad
No fue necesario que acentuara sus gestos para dejarme claro que no estábamos en una entrevista, sino en un conversación informal. Tampoco fue necesario que le preguntara sobre cómo se enamoró de la literatura porque antes de que yo hablara, me atajó: "Yo no conseguía esa Maracaibo que me pintaban en los libros y comencé a especular. Un día convertí lo que era para mí un pasatiempo, la literatura y el cómic, en la forma de contar lo que percibía. Quiero que el lector logre ver una ciudad distinta".
A raíz de esa necesidad de buscar el sentido de esta tierra nació El misterioso caso de Agustín Baralt. Luego siguió El hombre del Atlántida, donde muestra a un Jesús Enrique Lossada un poco salvaje. Comenzaron a salir decenas de novelas; muchas cortas juntadas como si fueran cuentos... Y ya no se acuerda del orden de las demás.
"Reconozco el legado de nuestros personajes, pero quien defienda los discursos de los héroes oculta sus intereses, aunque esas ideas sean incuestionables. Un pueblo que no supera a sus héroes no es capaz de pasar por encima de ellos, porque no puede ser que tú no puedas ser mejor que Jesús Enrique Lossada, por ejemplo. Estas cosas son las que me hace decir que apenas estamos fundando a Maracaibo".
"Disculpen, ¿desean algo de tomar?", nos interrumpe el mismo mesonero que me recibió al llegar, haciéndome caer de la nube. Es que estaba tan perdida en sus palabras, en su mirada, en la sabiduría de un hombre cuyos textos tengan como protagonistas a Maracaibo. Bien, para sacárnoslos de encima, pide café para él y agua para mí.
La clave es corregir, Isabel
"Escribir es fácil, lo difícil es limpiar los textos", asegura antes de probar su "guayoyo". "Las correcciones son el verdadero proceso, es ahí donde el escritor trabaja más", agrega antes de poner la taza de nuevo sobre la mesa.
"Es necesario aceptar que lo que se escribe en un principio siempre tiene basura y luego hay que deshacerse de los desechos", me explica con especial interés, pues le acabo de pasar un papelito con mi correo electrónico y una nota donde le revelo mis aspiraciones literarias.
"Es preciso deslastrar la obra de esa basura, aunque provoque problemas de conexiones, Isabel, de fluidez. Entonces el verdadero trabajo de escribir está en las correcciones. Si te gusta hacer eso, eres una escritora. La clave es el trabajo constante, el tratar de siempre estar superándote: a mí me preguntan cuál es mi mejor libro y yo digo el último. El día en el que yo crea que mi último libro no es el mejor, estoy mal".
Me quedó claro, señor Norberto: es necesario creer en nuestro talento. Y tal vez yo, así como usted cuando fue a conocer al argentino Jorge Luis Borges en 1982, esté esperando rozar las costuras de los trajes de grandes escritores para que se transfiera hacia mí un poco de esa magia literaria.
Encuéntrelo en Internet
Twitter: @EldoctorNo.
Blog: http://elblogdenorbertojoseolivar.blogspot.com/.
Norberto, el hombre
- Nació en Maracaibo en 1964.
- Es licenciado en Educación, mención Historia, y profesor universitario. Hizo un postgrado en Historia y es doctor en Ciencias Políticas.
- Es casado y tiene dos hijos.
- Escribe un artículo semanal para Código Venezuela y, ocasionalmente, envía textos a Prodavinci.
Su legado
- Los guerreros (1999), El misterioso caso de Agustín Baralt (2000), El hombre de la Atlántida (2003), La ciudad y los herejes (2004), La conserva negra (2004), Morirse es una fiesta (2005), El fantasma de la Caballero (2006), Monsieur Ismael en la antología Las voces secretas, El nuevo cuento venezolano (Alfaguara, 2006), Un Cuento de piratas (2007), Un vampiro en Maracaibo (Alfaguara, Premio de la Crítica a la Novela 2008 y Premio Municipal de Novela 2010), Cadáver exquisito (Alfaguara, 2010).
- Príncipe negro, notas de un hombre lobo estará a finales de año o principios de 2012 en las librerías. Es un juego literario con los escritores suicidas y con algunas experiencias de lobos en el 18 de Octubre. El reportero de esas noticias es el periodista deportivo Juan Vené. Alfaguara editará pronto una segunda edición de El fantasma de la Caballero.
Sobre autores y libros
- Norberto José Olivar siempre tiene a la vista París no se acaba nunca, de Enrique Vilas Matas; La trilogía de Nueva York , de Paul Auter; y Respiración artificial , de Ricardo Piglia.
FUENTE: Isabel Cristina Morán - http://www.laverdad.com/detnotic.php?CodNotic=66968
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