La rutina del personal médico, de vigilancia y obrero del turno nocturno del centro clínico Ambulatorio Dr. Alfonso Reinoso, ubicado en el sector El Lucero, Cabimas, se diferencia de cualquier otra jornada laboral. Al caer la noche los trabajadores de turno saben que en el momento menos esperado podrían tener un contacto con el mundo de lo paranormal.
El espíritu de una enfermera deambula por el recinto espantando a propios y visitantes.
Así lo reseña La Verdad
El cuarto de descanso es el más visitado por la mujer que aparece en las noches más lúgubres y que en ocasiones sobrevuela por los pasillos de las áreas de observación de adultos y consultorios del primer y segundo piso de la antigua infraestructura, que cuenta con más de cuatro décadas de vida útil.
Sus frías paredes encierran un sinfín de relatos de ultratumba que dejan en entredicho el delgado velo que existe entre este mundo y aquel donde las almas anhelan su eterna paz.
Frente a frente
María Carruyo así lo confirma. Es enfermera y trabajó en el lugar por más de una década. Recuerda que uno de sus más grandes temores era cumplir con la guardia nocturna, hasta que un día se topó de frente con el espíritu de la enfermera.
“Fue en agosto de 2007. Recuerdo que llegué temprano a mi turno; no hubo muchos pacientes. Al llegar la noche, decidí descansar un rato. Me acosté y en ese momento sentí que alguien entró al cuarto; eché un vistazo y seguía sola. Al instante la presencia se hizo más fuerte. Al abrir los ojos la vi. Estaba a un lado; no me dio la cara. Recuerdo que se esfumó”.
La mujer aún da muestra de nerviosismo al relatar su encuentro con el mundo de los espíritus. Recuerda al espanto de tez blanca, cabello castaño y contextura gruesa, vestida con un uniforme blanco de antaño, pero asegura que ahora siente menos temor por los muertos. “Desde ese momento perdí un poco el miedo. Comprendí que no podía hacerme nada malo y me interesé por conocer la razón de su presencia, pero luego preferí dejarla quieta porque yo quería trabajar tranquila”.
Cuentan los trabajadores más antiguos que la mujer es una enfermera que trabajó por mucho tiempo en el ambulatorio. Aparentemente murió de forma trágica en un accidente de tránsito, lo que presumen sea la causa de que el espíritu se niegue a abandonar el recinto. “Cuando escuchamos algún ruido o de repente se nos eriza la piel, nos persignamos. Siempre pedimos que Dios le dé la paz que tanto necesita”.
Extraña presencia
Los pasillos del ambulatorio en el área de emergencia nunca están solos. En el lugar es común escuchar pasos, quejidos y el visaje de la mujer de un lado a otro. Los vigilantes aseguran no haber visto algo extraño, pero sí sienten escalofrío.
El último piso es uno de los más tenebrosos. En altas horas de la noche se encienden y apagan las luces, se escuchan voces, llantos y el movimiento o funcionamiento de los equipos médicos. “Cuando eso pasa, sólo tratamos de ignorar y nos imaginamos que se trata de cualquier otra cosa”, comenta José Luis, un enfermero que labora en el lugar.
El llanto de un niño
Carlo Luis es otro de los enfermemos del ambulatorio. Cuenta que una noche, en diciembre del año pasado, mientras descansaba, el espíritu de un niño sonriente se sentó a su lado. Recuerda que al paso de unos segundos este mismo ser lloraba incesantemente. El llanto ensordecedor lo obligó a salir corriendo y pedir ayuda. Desde entonces se niega a entrar a la sala de descanso.
Historia de resistencia
El ambulatorio El Lucero es sitio de referencia dentro de la parroquia Jorge Hernández en Cabimas. Reza la historia que para la década de los 50, el lugar era una zona enmontada utilizada para el abandono de cadáveres de los hombres y mujeres que luchaban en contra del régimen dictatorial. Sus calles y avenidas también son escenario de relatos de espantos y ultratumba.
FUENTE: http://www.lapatilla.com/site/2011/08/13/espanto-de-enfermera-estremece-cabimas/
No hay comentarios:
Publicar un comentario