domingo, 2 de agosto de 2015

(Anzoátegui) “Sé que debo ir al ambulatorio hasta con la jeringa, porque no hay”

En plena madrugada es normal ver la emergencia del hospital Luis Razetti de Barcelona repleta. Hay gente sentada en cada espacio disponible, familiares que se niegan a salir y pacientes que ocupan hasta los pasillos pidiendo a gritos ser atendidos con prioridad. Pocas veces falta una colecta entre los médicos para conseguir en la farmacia más cercana algún insumo que ya no tenga el centro asistencial.

“Cuando hay el tratamiento, no hay yelcos para colocarlo; si hay guantes, no hay gasas, y así. A veces tenemos que salir alguno de nosotros a comprar hasta solución fisiológica. Recuerdo que una noche, de esas típicas, había gente esperando su turno y varias emergencias quirúrgicas en curso y una señora tenía un fuerte dolor a causa de un problema de colon. Se le indicó prednisona pero no había. Como siempre, se le dio el récipe al familiar para que fuera a comprarlo. Al rato, pasé con la señora y noté que tenía varios frascos de medicina que estaba usando. Consiguió prednisona, pero veterinaria. Uno se muere de vergüenza cuando la carestía de este país te hace recurrir a cuestiones tan antiéticas, pero la necesidad obliga y si hay algo que se hace en el Razetti es resolver”.

A juicio de quien cuenta esta historia, un estudiante del 12º semestre de Medicina que suele asumir guardias voluntarias en la institución, la premisa es solucionar desde lo más urgente hasta lo más sencillo, aunque se trabaje muchas veces con las uñas.

En este nosocomio terminan todos los casos que superan en capacidad al resto de la red sanitaria de Anzoátegui. Y es allí donde se inicia uno de los problemas a los que el joven hace referencia.

“Recibimos muchos casos que debieron ser tratados en cualquier ambulatorio o CDI cercano al paciente, pero que por desconocimiento de él mismo o por deficiencias del centro, terminan sumándose a los casos que agotan los recursos de un hospital pensado para emergencias mayores”.

Capacidad real
Las condiciones de la red de atención primaria (compuesta por unos 600 centros en todo el estado) juegan un papel vital.

Dionisio Valdez, presidente de Sintrasalud (Sindicato de Trabajadores de la Salud), afirma que de esa cifra, cerca de 80% no se encuentra completamente operativo. “No se trata de personal, que lo hay. Las estructuras siguen siendo las mismas que se contaban unos cuatro años atrás, a pesar de que la población crece. Se han hecho inversiones pero no han sido suficientes porque aún faltan equipos adecuados y en funcionamiento. Es frecuente que la máquina de rayos X esté mala, o que tengan laboratorio pero sólo puedan hacer las pruebas más básicas”.

Distintas realidades viven los ambulatorios urbanos de aquellos ubicados en las áreas rurales. El número de personas que reciben es distinto, así como la variedad de patologías que atienden, pero no así los problemas que enfrentan.

La falta de ambulancias es una situación frecuente en muchos, aunque en papel se diga que cada centro debería contar con una. La realidad es que donde hay no siempre están en condiciones de trabajar.
Una joven médico recién graduada de la escuela local recuerda que durante su permanencia en un ambulatorio de Aragua de Barcelona debían contar con el vehículo del CDI vecino.

“Ellos nos prestaban la unidad cuando era necesario. El ambulatorio era grande y de hecho luchaban por convertirse en hospital, pero lo cierto es que no contaban ni con la ambulancia para trasladar a un enfermo que requiriera atención mayor. El rayos X sólo podía usarse para casos de mucha urgencia y el laboratorio tenía lo mínimo, a pesar de tratarse de un ambulatorio tipo II”.

Los traslados hacia el centro hospitalario más cercano se hacen más complicados a medida que se alejan de la zona metropolitana. Valdez se refiere, por ejemplo, a una institución en Las Trincheras, municipio Cajigal (a más de dos horas de Barcelona), desde donde la distancia y el estado de la carretera dificultaría la pronta llegada de un enfermo a un recinto mejor equipado.

Pareciera que la sugerencia que queda tácita es la de “descentralizar” la atención sanitaria. El adecuado equipamiento de cada ambulatorio, CDI y consultorio es vital pero además es necesario tomar en cuenta la importancia de que se construyan más hospitales que hagan un enlace más inmediato con algunas áreas rurales.

Sin embargo, Valdez cree que orientar los esfuerzos a este punto podría concluir en un malgasto de recursos debido a que la recurrencia de emergencias mayores en estas zonas pocos pobladas es muy baja.

Entonces, lo que se espera es que la inversión toque prontamente a la red para satisfacer al menos las necesidades para las cuales fue creada. Contar con el equipo y la estructura de acuerdo con la categoría de cada centro es urgente.

“Tenemos los principales ambulatorios urbanos con carencias inmensas, sin medicinas, sin jeringas, trabajando con las uñas… Imagínese cómo están los que no están vigilados, que hay que recorrer horas de carretera de tierra para llegar o los que están metidos en los barrios. Allí no es tanto que les pongan los equipos, sino que si se los dejan se los roban”.

María, recién graduada de Medicina, dice que en la zona rural se tiene lo mínimo. La atención está pensada para tratar intoxicados, bajar fiebres, asistir un parto de emergencia, una subida de tensión o un dolor de cabeza. Pero muchas veces no hay guantes y menos tratamientos.
Ingrid Lara, quien acude a los ambulatorios de la zona norte cuando tiene algún problema de salud, dice que hay que irse preparado con todo.

“Mi mamá es mayorcita y muchas veces se me descompensa y hay que colocarle una medicina. Sé que debo irme hasta con la jeringa para que se la coloquen, porque en estos sitios casi nunca hay nada. Lo peor es que hay que lidiar con el mal humor de las enfermeras y esperar hasta cuatro horas para que la atiendan. Ni hablar de cuando toca ir a ponerle las vacunas a los niños. Una vez pasé tres semanas perdiendo varias mañanas de trabajo, porque si no sobraban niños, faltaban, y si no, era que el doctor no iba”.

Y hay que madrugar. Carlos, un vecino de Puerto La Cruz se quejaba en el ambulatorio de Guanire por tener que levantarse de noche para estar allí al amanecer con un montón de gente que espera ser atendida esa mañana. Lo que más le ha molestado al señor fue que en una ocasión llegó a las 7:30 am, y la secretaria le echó un regaño asegurándole que a esa hora ya no tenía oportunidad de ser atendido.

Ingrid llega a las 4:00 am al ambulatorio del sector Rómulo Gallegos de Barcelona cuando tiene consulta para ser de las primeras. Sabe que si no lo hace pierde la oportunidad. Allí el personal es bueno y se esmera, según dice, solo que –—para variar— la estructura está vieja, los equipos no sirven y el agua la cargan en tobos. “Los doctores se preocupan por atender a la gente, por eso siempre está full, aunque solo trabajan medio día”.

Los estudiantes de Medicina consultados pidieron mantener sus nombres en reserva.

Salarios precarios

Frank Bastardo considera un éxito cada acuerdo al que han llegado en materia salarial para el personal sanitario regional a través de Sestrasalud, sindicato que representa. En cuanto a beneficios han hecho algunos avances, como permitir que jubilados y sobrevivientes (de aprobarse la más reciente propuesta) sigan contando con las condiciones estipuladas en la contratación.

Uno de los cambios que persiguen con la actualización del contrato colectivo es la inclusión de cerca de 1.200 trabajadores pertenecientes a la red de Barrio Adentro que llevan alrededor de 8 años laborando de manera tercerizada.

Por lo pronto, cada trabajador recibe una remuneración que está tabulada dependiendo de sus funciones, de los años de antigüedad, del número de horas y del grado de formación que tenga. Esto significa que una enfermera titulada, por ejemplo, puede empezar ganando Bs 14 mil.

Es poco menos de dos sueldos mínimos y aún así el monto es Bs 5 mil más alto que el que percibe un médico residente en el hospital Razetti de Barcelona.

Justamente, los galenos son los grandes ausentes en la contratación colectiva y la gran mayoría refiere la situación de indefensión en que se encuentran en cuanto a remuneración y beneficios. Bastardo alega que el gremio médico no ha querido participar de la discusión conjunta que ha conseguido el resto de los profesionales del área sanitaria.

Sin embargo, cualquiera que sean las razones, la precariedad de los salarios hace que los especialistas doblen su horario compartiendo la jornada con una institución privada para “redondear” sus ingresos.

El gran afectado de esta práctica es el paciente que recibe a un profesional agotado, cuya capacidad de análisis compite con el cansancio. María, una joven recién graduada de la Universidad de Oriente, cita uno de los comentarios que se hacen comunes en los pasillos: “es mejor ser obrero. Gano más y trabajo menos”.

Prefieren el hospital

La realidad de la red ambulatoria nacional salta a la vista con la carencia de insumos, que no es única para el sector público, y la falta de equipos. La calidad de los profesionales es algo que ninguno de los que se relacionan con el área de la salud pone en duda.

Por fortuna, cada ambulatorio y hospital cuenta con un número suficiente de médicos y enfermeras debidamente formados, de acuerdo con lo que explican autoridades y los propios profesionales.

Aún en el área rural, la carencia no es de personal. Sin embargo, no es un secreto que muchos usuarios prefieren evitar los centros asociados a Barrio Adentro debido a que no se trata de egresados de las universidades autónomas nacionales, con tan buena fama en el país.

Un estudiante de último semestre de Medicina en la Universidad de Oriente, que prefirió no dar su nombre y hace con frecuencia guardias voluntarias en el Razetti, asegura que a diario reciben un número importante de personas en la emergencia por cuadros que podrían ser atendidos en la red ambulatoria más cercana.

“Lo que pasa es que el paciente no tiene la misma confianza en los médicos integrales que en los egresados de la UDO, por ejemplo. Prefieren llegar de una vez al Razetti y ese es un factor que contribuye al colapso de la institución, al menos del área de emergencia”.

Este joven no es el único que advierte sobre la situación, que depende no solo de la educación del paciente en cuanto a las posibilidades que le ofrece la red, sino también de la medicina preventiva.

Existen distintos tipos de ambulatorios donde hay especialistas y personal de guardia capacitado para brindar la atención primaria y canalizar emergencias menores, por lo que el conocimiento es clave para descongestionar los principales centros.

Red desprovista

El circuito sanitario público del país incluye, desde hace poco los centros pertenecientes a la red de Barrio Adentro como parte de las dependencias bajo administración de Saludanz (Instituto Autónomo Anzoatiguense de la Salud).

Cada Centro de Diagnóstico Integral, Sala Integral de Rehabilitación, Consultorio Popular, Áreas de Salud Integral Comunitaria y Centros de Alta Tecnología se suman a la red sanitaria tradicional, la cual abarca ambulatorios y hospitales.

En estos, la denuncia recurrente es la falta de medicinas, especialmente en el transcurso del último año, cuando el problema ha tocado hasta a la práctica privada.

Un joven estudiante del doceavo semestre de Medicina refiere también en este punto que todo se le pide al paciente o al familiar. “No sólo los medicamentos, sino también los exámenes. Cuando piensas que en un hospital como el Razetti mandas a la persona a una clínica a hacerse una tomografía porque el tomógrafo tiene años dañado, sólo basta trasladar esa realidad a centros más pequeños que, si bien tienen menos demanda, también tienen menos recursos”.

Y así ocurre. Usuarios como el señor Carlos lo saben. Él está acostumbrado a hacer recorridos en busca de presupuestos cuando le toca hacerse sus chequeos, porque rara vez ha disfrutado del servicio de imagenología público.
En el caso del ambulatorio del sector Rómulo Gallegos, ofrecen atención ginecológica pero el laboratorio no existe y las citologías deben ser revisadas en otros centros.

La comunicación entre instituciones es diaria para remitir pacientes de urgencia a la red privada por alguna prueba especial. La realidad de la falta de insumos y mantenimiento se traduce en un servicio público parcialmente operativo y en una estructura privada que colapsa.

FUENTE: Viviana Mella Sandes - http://eltiempo.com.ve

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