Ese lunes 13 de noviembre la tranquilidad del conjunto residencial se entorpeció cuando se comenzaron a escuchar gritos exasperados. Los residentes, quienes no estaban acostumbrados a esos alborotos, solo se asomaron por las ventanas y otros salieron a ver de qué se trataba. Una mujer no paraba de gritar y llorar, no podía entender que había ocurrido, el cadáver de su hija Amaris Martínez, el de su yerno Leonardo Brantd y el de la hija de ambos, de seis años, yacían en la vivienda sobre un charco de sangre.
La escena era de un crimen y un suicidio. Una pistola estaba inerte en el piso. Habían conchas de proyectiles y algunos vidrios de la cocina de la vivienda estaban destrozados por los impactos de las balas.
Una tragedia anunciada
El problema inició con aquella discusión que no paraba y que se había convertido en una pesadilla para Amaris y Leonardo. Los celos se habían apoderado de la vivienda familiar y marcaron una grieta que estaba a punto de reventar. (PULSE AQUÍ PARA VER MÁS)
FUENTE: Con información de https://elcooperante.com