miércoles, 27 de julio de 2016

(Zulia) La soledad apagó la vida del abuelo abandonado por sus hijos

Al abuelo Roberto Ramírez le pegó la soledad. Quizás hasta más que sus años. Tenía 95. También contaba con seis hijos y al final de sus días no supo de ellos. Ninguno fue a verlo en el Inass. Antes tampoco preguntaron por él cuando lo hallaron vecinos del conjunto residencial El Varillal. Desde ese día, 12 de junio, la soledad no lo abandonó.

Estaba deprimido, dijeron desde el primer día en el Inass. Allí, hasta la noche del lunes, velaron por su salud.

“Desde que llegó mantuvo el cuadro depresivo. El conflicto familiar acabó con la alegría en su corazón”, declaró la directora del Inass, Alides García.

Una infección respiratoria fue detectada en Roberto. A su edad, son difíciles de superar. Lo trataron desde la semana pasada. Al cuadro febril se le sumó la inapetencia. La noticia del deceso trascendió a la 1:00 pm de ayer.

En el Inass había pesar. Desde allí llamaron a los vecinos de El Varillal para que le informaran a sus hijos. “Un nieto se acercó en la mañana y dijo que volvería a las 4:00 de la tarde. El cuerpo permanece en nuestra capilla”, agregaron en el instituto, en Fuerzas Armadas.

El pasado viernes, Roberto y sus compañeros del geriátrico visitaron el Venetur. “Solo ese día lo vimos sonreír”, dijeron, este martes, en el Inass.

“Su tristeza no le permitía compartir del todo con los otros abuelitos, pero siempre lo incluíamos en las actividades de la fundación”, dijo García.


El caso de Roberto Ramírez impactó a la ciudad, a mediados de junio. En la ciudad le “nacieron” hijos y nietos que se solidarizaron con su situación. Hasta del exterior llamaron a este diario para saber de él. Se ganó el corazón de todos.

Cuatro días antes del Día del Padre, a Roberto lo dejaron en el edificio El Jarillo 3. Hacía una década, al parecer, una de sus hijas —médica— se lo llevó a Barinas para cuidarlo, pero luego lo envió, solo, en un taxi a Maracaibo.

Roberto vivió solo en Sabaneta al regresar de Barinas. “Trató de suicidarse cortándose las venas de los pies”. Su hijo lo llevó a su casa del barrio Carmelo Urdaneta, al oeste de Maracaibo.

Allí lo cuidó hasta inicios de junio, cuando se cayó el techo del cuarto donde dormía el abuelo. Este hijo se lo llevó a su hermana que vive en el edificio Jabillo 3, de El Varillal. Ella lo alojó 30 días, pero después manifestó que “no podía seguir atendiéndolo”.

“La hija que vive en El Varillal nos lo trajo el domingo 12, y lo dejó en el frente de mi casa, con una gorra por el sol que había, y una bolsa con su ropa”, narró la nuera de Roberto.

“Lo llevamos otra vez a El Varillal. Allá nos recibieron 2 señoras y le avisaron a ella (hija del nonagenario) que su padre estaba ahí, pero ella lo dejó en la entrada de la residencia”, agregó.

Durante tres días, los vecinos del edificio lo adoptaron como un abuelo y gestionaron la búsqueda de un hogar. Cuando lo llevaron al “General del Sur”, hombres y mujeres lloraron y le pidieron la bendición. Él, en agradecimiento, expresó: “Son la mejor familia que tengo. Han hecho de todo por mí”.

Fue un drama lo que vivió. Rubén Blades —en una canción del disco Maestra Vida— lo retrata : “De Ramiro no sé nada/ ni una carta he recibido / y aunque sé que es el destino que todos los hijos partan /no sé cómo olvidan tantos sacrificios compartidos / y se van buscando caminos cuando el viejo no hace falta. (...) Qué vieja que está la tarde! pensaba el viejo Da Silva/ mirando las golondrinas desde la banca del parque / A veces pa’ levantarme necesito que me ayuden / Y aunque avergonzado estuve, doy las gracias y camino (...)
Qué vieja que está la noche! pensaba el viejo Da Silva /y apretaba el viejo anillo, que Manuela le dejara (bis) Y allí mismo lo encontraron, en aquél sillón sentado, muerto! /entre el polvo y los recuerdos, mariposas del pasado/ Y por mucho que trataron, su mano abrir no pudieron (bis) Dios te bendiga Carmelo; a Manuela y a los viejos”.

Dios lo bendiga, abuelo Roberto.

FUENTE: http://www.panorama.com.ve

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