Aquel 24 de julio de 1783, en una casa ubicada al frente de la plaza San Jacinto, nació un niño que debió llamarse Simón José Antonio de la Trinidad de Ochoa y Palacios, si no se le hubiese ocurrido a su quinto abuelo cambiarse el apellido Ochoa por Bolívar.
Simón Ochoa de la Rementería y Bolívar Ibargüen fue el primero de la dinastía en pisar suelo americano, en 1559, a los 27 años, como escribano público. Se hizo llamar Simón de Bolíbar y con el tiempo fue conocido como “El viejo”.
Los genealogistas e historiadores han tratado de explicar, con argumentos o no, por qué aquel hombre que llegó a la isla de Santo Domingo, hoy República Dominicana, no conservó sus apellidos originales y decidió, sin saberlo, el nacimiento de un patronímico que acumularía la gloria y la fama que llegó a tener con la labor del Simón que nacería 229 años después.
Nunca imaginó aquel ser que uno de sus descendientes contribuiría a destruir el imperio español para el cual trabajó durante tantos años, abogando ante la Corona por esclavos e inventando instrumentos para explotar con mayor eficiencia el potencial perlífero de las islas americanas.
LOS BOLÍVAR DE VIZCAYA
La obra del niño que naciera el 24 de julio de 1783 llevó a que se estudiaran sus orígenes europeos. Encontraron que el apellido se remonta, aproximadamente, al siglo X de la era cristiana. Descubrieron un primer escudo de armas simbolizado por una piedra de molino y tradujeron del Euzkara, (idioma vasco) que el prefijo “bolu” o “Boli” significa piedra de molino e “ibar”, puede traducirse como ribera o pradera.
No se conoce si esta piedra de molino, que se utilizó como forma de intercambio comercial o dinero en algún momento, fue la tomada por ellos en su simbología, o si en realidad los primeros Bolívar fueron los encargados de convertir en polvo el trigo y la cebada sembrada en los terrenos de Álava o de lo que fue el Señorío de Vizcaya.
Lo cierto es que una gran mayoría vasca se ufana de tener un descendiente lejano que luchó con éxito por la libertad, porque desde el comienzo de su historia fue un territorio indómito que no pudo ser doblegado por los romanos ni por los árabes y todavía lucha por su total independencia.
Rufino Blanco Fombona encontró en sus investigaciones, que en el siglo XI (año 1053) los Bolívar, asentados en el territorio de Vizcaya, tuvieron que emigrar por haber sido acusados por los obispos de Armentia de la muerte del obispo Don García y por luchar por el mantenimiento de los fueros del Señorío de su tierra.
SIMÓN OCHOA DE LA REMENTERÍA
Cuando el Simón que dio inicio a la dinastía Bolívar llegó a Venezuela, lo hizo acompañado del gobernador Diego de Osorio en 1589. Poco tiempo después de pisar suelo venezolano, el gobernador decidió realizar una reunión con los principales personajes de la ciudad para escoger al procurador general ante la Corte de España.
La decisión cayó sobre Simón Bolívar, “El viejo”, quien poco tiempo después partió hacia la península Ibérica para gestionar en las cortes varios asuntos particulares y públicos, entre los cuales estaba la presentación de un invento de su autoría que servía para lograr mayor eficiencia en la pesca de perlas, principal actividad económica dentro del territorio insular venezolano.
En una investigación realizada por Héctor García Chuecos y plasmada en el libro Historia Documental de Venezuela, puede apreciarse una transcripción de tres reales cédulas para el gobernador de Venezuela obtenidas por Simón de Bolívar en sus gestiones ante la Corte Real.
La primera de ellas se refiere a un incremento en su salario, por cuanto argumentaba que el mismo era la mitad de lo que verdaderamente le correspondía por el cargo de procurador real.
La segunda estaba relacionada con su invento para pescar perlas. Aquí le autoriza para que, junto a Domingo Bartolomé, de origen francés, y otros, exploten las zonas perlíferas de Margarita, Cumaná, Río Hacha “y esa provincia”, alertando a las autoridades para que le prestaran todo el apoyo posible.
Pero no sólo logró lo antes dicho. El Rey le permitió al gobernador, por su intermedio, la constitución de un escudo de armas para la ciudad de Caracas y el título de Muy Noble Leal Ciudad, la creación de un seminario, la compra de esclavos negros y el título de Contador Real para su persona.
LA OVEJA NEGRA O EL NUDO DE LA MARÍN
El hecho de que este primer Simón de Bolívar hubiese sido funcionario real dio a sus descendientes el privilegio de pertenecer a los estratos más altos de la sociedad que se formaba en esta provincia.
Para ello debían ligarse con gente de su misma alcurnia, manteniendo la limpieza de sangre que tanto celaban las familias de mayor renombre, tanto en España como en sus colonias.
El hecho es que Juan de Bolívar y Martínez Villegas solicitó en 1731 el marquesado de San Luis, para lo cual envió pruebas de hidalguía y de limpieza de sangre, además de 22 mil ducados de oro a Jacobo Francisco Andreani, Caballero del Hábito de Santiago, con el fin de que gestionase dicho título con los monjes de Monserrat, beneficiarios de dicho título, por orden de Felipe V.
Juan de Bolívar murió antes de existir una decisión sobre el marquesado, por lo que su hijo Martín Bolívar y Ponte continuó con las gestiones, pero también lo sorprendió la muerte, dejando en manos de Juan Vicente Bolívar y Ponte, su hermano, el derecho a reclamar tal título.
María Concepción Palacios envió a su hermano Esteban con el fin de que continuara las gestiones del marquesado para su hijo Juan Vicente, pero allí se encontraron con la figura de Josefa Marín de Narváez, a quien trataron de esconder, según consta en correspondencias sobre el particular.
La hija de Francisco Marín de Narváez no tiene madre conocida, a pesar de la existencia de una investigación no comprobada de un genealogista cubano-argentino, quien asegura haber conseguido el nombre de la madre de Josefa.
Lo comprobado hasta ahora es que Marín de Narváez, al morir, dejó a su hija una gran fortuna que incluía minas en Cocorote y Aroa, haciendas en diferentes lugares y casas en Caracas, incluyendo a la que ahora se exhibe como el lugar donde nació el Libertador.
Marín de Narváez había dejado la custodia a su hermana y tía de la pequeña, María Marín, pero el procurador de la época, Pedro Jaspe de Montenegro, decidió tomar para sí la custodia, alegando que una mujer no estaba en capacidad de ejercer esas acciones.
Cuando la pequeña cumplió 13 años la casó con su sobrino Pedro Ponte, quien estaba carente de recursos, según él mismo lo expusiera en su testamento, poco antes de morir.
Una hija del matrimonio de Pedro Ponte con Josefa Marín llamada Petronila, se casó con Juan de Bolívar y Villegas, siendo ambos abuelos del Libertador.
Esta falta de la madre de Josefa Marín de Narváez hizo que al Padre de la Patria se le tildara de zambo, tanto aquí como en Lima y Bogotá.
Simón Rodríguez, en su libro Defensa de Bolívar escribió: “¿Qué dirán las naciones europeas cuando lleguen a saber que Bolívar es zambo? ¿Qué dirán los rubios de Inglaterra, los de Escocia, los de Francia y sobre todo los de… Andalucía? Un zambo mandando indios en el Perú… ¡qué impropiedad! ¿Y qué dirán las gentes de juicio, si el autor de estas defensas emprendiese probar con papeles o con opiniones que Bolívar es blanco de primera, de segunda o de trigésima extracción, noble de primera o de centésima jerarquía; Bolívar y su defensor son zambos, pero ninguno de los dos es necio”.
FUENTE: Ciudad Ccs - http://www.correodelorinoco.gob.ve
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