El autor de Mi cocina, el libro rojo que es el más importante de nuestra gastronomía, nunca tuvo hijos pero, asegura, conoce la fórmula para ser feliz. Aplaude la influencia benévola del cristianismo sobre la civilización occidental y admite que no siente particular aprecio por la comida árabe: “Creo en el cuchillo y el tenedor. En el desarrollo de la civilización y del hombre. Los países árabes, especialmente por la religión que tienen, crean muchas limitaciones a sus poblaciones”.
—Usted como que va a llegar a los 100…
—No creo. Ni lo quiero mucho. No me interesa mucho vivir. Llega el momento en que uno quiere descansar para siempre. Yo estoy llegando a eso, precisamente. Pero espero o deseo no tener alguna enfermedad que me haga sufrir. Ojalá algún día amanezca muerto y ya está. Se resolvió el problema.
—¿Qué Venezuela quiere ver antes de que llegue ese momento?
—Una Venezuela en la que todos los venezolanos tengamos oportunidades, más allá del dinero o de la posición social. Que nuestra principal preocupación no sea el bien personal sino, en definitiva y a la larga, el país.
—Usted habla de igualdad de oportunidades, óigase bien. No de que seamos todos iguales.
—Eso sería un fastidio. Un mundo uniforme… La humanidad lo ha vivido muchas veces, desde hace siglos. Usted no tiene edad para eso, pero lo que vimos en la última Guerra Mundial con el nazismo fue horrible. Los venezolanos también sufrieron las consecuencias de todo ese odio.
—A sus 96 años, ¿cuál es su mayor satisfacción?
—No tengo una satisfacción. Hay algo que me satisface mucho: le dije al venezolano, al criollo, que tenemos una cocina importante que vale la pena conservar y desarrollar. Hice ese libro, Mi cocina, que me ha dado grandes satisfacciones. Ha servido para que muchos venezolanos y venezolanas puedan experimentar comer sabroso y que no sea una empresa difícil comer bien. Eso me satisface mucho. ->>Continuar leyendo...
FUENTE: Con información de Alexis Correia - http://elpitazo.com ->> Ir
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