miércoles, 27 de diciembre de 2017

En Puerto Ayacucho se sufre un “corralito” que va en contra de los derechos humanos

Las largas y permanentes colas que a diario sufren los habitantes de Puerto Ayacucho, son consideradas como un “corralito” que está violando los derechos humanos básicos, denunció el obispo Jhonny Reyes, vicario apostólico de la ciudad.

Monseñor, en rueda de prensa, destacó que “hay hechos que se ven muy normal, pero hoy por hoy solo hay que dar una recorrido por la ciudad y observar cómo los derechos humanos son irrespetados”.


Añadió que “eso se resume en un corralito generalizado, porque se tiene corralito para la salud, un corralito para las medicinas, para el combustible, para el efectivo, hay hasta corralito para el transporte. Es decir, estamos acorralados por todos lados”.

Señaló que “no sé hasta dónde las autoridades competentes se dan cuenta que estas son violaciones sencillas, pero son violaciones de los derechos humanos, porque todo se resume en colas, como son las colas en los hospitales, en gasolineras, en comercios de comida, en todo”.

En la reunión de resumen del año, Reyes indicó que “quiero que esto se entendiera, porque no solo los grandes hechos como la masacre de reclusos que se cometió contra el Centro de Detención (Cedja), en agosto pasado, es violación a los derechos humanos, sino todo lo demás que vemos en el estado”.

Ante esto, resaltó que “la figura del servidor público es la defensa de los derechos humanos”, y como pastor de una iglesia viva está obligado a denunciarlo.

No a la impunidad
Además habló del trabajo pastoral y la ecología integral. Reyes dijo: A mí me daría vergüenza que los familiares de las víctimas de la cárcel digan que el Vicariato no dijo nada ante la masacre del Cedja”.

Desde el salón José Ángel Divasson, del Vicariato de Puerto Ayacucho, expreso que “hay gente que todavía en el siglo XXI piensa que los obispos y los curas no deben meterse en asuntos políticos (…) , pero eso es ignorancia, yo soy pastor de la gente, lo que está a la vista no necesita anteojos, me duele el hermetismo gubernamental ante la violación de los derechos humanos de los reclusos fallecidos en el Cedja”.

Sobre este caso aseguró que fue “un acto irresponsable y grave. Aquí vino gente que mató a los presos y se fue como si nada. Eso es grave”. Así que ni olvido, ni impunidad, hay que denunciar. “Sobre esto tengo derecho a denunciar, porque se hizo un informe se entregó y hasta la fecha no ha habido respuesta”, añadió.

Monseñor expresó que ahora se tiene un nuevo gobernador en el estado, Miguel Rodríguez, con quien no se ha reunido; pero espera poder conseguir una cita con él y unifica fuerzas para empezar a resolver los problemas del estado.

“Debemos reunirnos para ver cómo hacemos para resolver tantos problemas. “Nuestra cultura, nuestra sociedad venezolana se está deteriorando; cuando un muchacho deja la escuela para ir a la mina, debe preocuparnos (…) Y esto debe importarle al gobierno y hacer algo”.

Asimismo, dijo que para la Iglesia es fundamental la educación en derechos humanos, porque es precisamente ayudar a que la gente vaya defendiendo su dignidad y sobre todos los funcionarios públicos, como los militares que abundan en Amazonas, comiencen a respetar en especial a los indígenas, en las alcabalas, en las bombas de gasolina o en cada uno de los sectores cotidianos.

Mencionó que allí está el trabajo pastoral, en trabajar hasta lograr esa importante triangulación como es el fortalecimiento de la familia, la escuela y la parroquia, para así tener una mejor sociedad.

FUENTE: Nancy Faría Lugo - https://elpitazo.com

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