“Siento que ese dolor también es mío”, expresó otra quien había acudido al servicio porque su pequeño tenía varios días sin comer. Al lado de ella, otra mamá relataba de memoria cuantas clínicas recorrió en Caracas para realizarle una tomografía a su niña de cinco años, que se había caído por las escaleras: debió hacer el itinerario porque en el hospital ubicado en la Universidad Central de Venezuela no había servicio de radiología operativo.
Hacia una esquina, un hombre que vino de La Guaira, estado Vargas, estaba con su hijo, quien no paraba de llorar por el dolor que le causaba el objeto que se le estancó en uno de sus oídos, pero en el servicio no había un aparato para extraerle el cuerpo extraño. A otras madres, horas antes, les habían firmado récipes porque no había medicamentos para atender a sus niños, a pesar de que ese día hubo camas desocupadas para recibirlos. La noche anterior hubo una dotación mínima que permitió campear la guardia de los pediatras, incluso con algún otro insumos que ellos mismos adquirieron por su cuenta. “A pesar de las dificultades, nuestra regla es no referir pacientes a otro lado, porque sabemos que en otro hospital no los atenderán y nos llegarán nuevamente acá, pero más complicados. Entonces los dejamos y tratamos de atenderlos como podemos”, dijo Richard Rangel, médico residente del servicio. (PULSE AQUÍ PARA VER MÁS)
FUENTE: Con información de https://elpitazo.com